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[OPINIÓN] Enrique Orrillo Leyva: En el dolor, hermanos

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Fecha Actualización
Por: Dr. Enrique Orrillo Leyva, presidente de la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor
Hace 40 años, en mi época de estudiante, el dolor era enseñado y abordado solamente como un síntoma de otras enfermedades, aun cuando podría prolongarse por meses y años e impactar todos los aspectos de la vida de la persona que lo padeciera, causando incluso discapacidad. A inicios del 2022, la última edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) catalogó al dolor crónico, aquel que perdura por más de tres meses, como una enfermedad en sí misma[1] y resaltó lo que, quienes decidimos especializarnos en esta área, venimos impulsando arduamente: la necesidad de avanzar en la evaluación y diagnóstico uniforme que mejore el tratamiento de los pacientes con dolor crónico.
En el Perú, desafortunadamente, poco ha cambiado desde que dejé las aulas de pregrado. Según el reciente estudio de Prevalencia, cronicidad y características de dolor en Lima que dirigimos desde ASPED, más de tres millones de adultos de Lima Metropolitana sufre de dolor crónico[2][3], y más de un millón no recibe ningún tipo de tratamiento[2][3]. Además, el 40%[2] de los pacientes limeños solo es tratado con AINEs, medicamentos indicados para el dolor agudo y la inflamación cuyo uso prolongado no solo deja de causar alivio, sino que también genera serios efectos secundarios como el daño renal[4].
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Estas cifras deben causar gran alarma debido a que no solo revelan el sufrimiento que experimentan millones de personas diariamente, sino que también evidencian las carencias de nuestro sistema de salud y de políticas públicas que aseguren el bienestar de los ciudadanos. En 2009 se aprobó la norma que establece la dotación y funcionamiento de unidades de dolor en los centros de atención[5], sin embargo, para que cumpla su cometido, es necesario contar con suficientes profesionales capacitados y asegurar el acceso tanto a medicamentos innovadores como a hospitales de segundo nivel equipados para el tratamiento del dolor.
La situación de nuestros hermanos latinoamericanos es similar y así consta en la Declaración de Lima sobre Dolor Crónico[6] en la que, tanto ASPED como otras 14 asociaciones pertenecientes a la Federación de Asociaciones Latinoamericanas de Dolor (FEDELAT), hacemos un llamado a la acción para solucionar este grave problema de salud pública. Allí exponemos varios puntos que requieren acción conjunta y urgente de diversos sectores de la sociedad: la implementación de los conceptos de dolor crónico de la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), la formación de más especialistas tanto en pregrado como en postgrado, la implementación de unidades de dolor suficientes para atender la demanda de pacientes y la asignación de recursos por parte de los gobiernos para fomentar cada vez más investigaciones sobre dolor.
Si el dolor nos une, que sea nuestro motor para pedir cambios a nuestras autoridades y trabajemos por ellos. Solo juntos, como sociedad, podemos lograr que millones de personas que ven afectada su vida cotidiana, sus relaciones familiares y sus ingresos a causa del dolor crónico mejoren considerablemente su calidad de vida ¡Hagámoslo posible!

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[1] Definición de dolor crónico incluido en la CIE-11. Disponible en el siguiente link.
[2] Prevalencia, cronicidad y características de dolor en Lima, Perú: una encuesta poblacional (octubre, 2022). Enrique Orrillo Leyva, Ian Falvy Bockos, Carlos L Vela Barba1, Daniel Arbaiza Aldazabal, Carolina Estrada Vitorino, Jorge A García-Mostajo, Hector Valderrama, Luis F Rojas-Cama, Percy Soto-Becerra.
[3] Estimaciones realizadas en base a “Perú: Población 2022" del CPI Research. Disponible en el siguiente link.
[4] Automedicación con analgésicos en México. Revista Ciencia (2020). Disponible en el siguiente link.
[5] Norma Técnica de Salud de la Unidad Productora de Servicios. Tratamiento del Dolor (Ministerio de Salud del Perú, 2009). Disponible en el siguiente link.
[6] Declaración conjunta firmada por los representantes de las asociaciones de dolor de Latinoamérica durante el Primer Consenso de Dolor, en el marco del XIV Congreso Latinoamericano de Dolor.