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[OPINIÓN] Andrés Chaves: “Sucesión Televisiva”

Estas series tienen la capacidad de mantener y ganar relevancia indistintamente (e incluso gracias) al paso del tiempo.

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[OPINIÓN] Andrés Chaves: “Sucesión Televisiva”. (Foto: Pexels)
Fecha Actualización
Supuestamente, estamos en la segunda era dorada de la televisión. Comenzó en 1999 con el auge de HBO y anunció que el medio estaba listo para contar historias más complejas y arriesgadas. Aunque de gustos y colores han escrito incontables autores, hay un consenso entre seriéfilos y críticos que en toda lista “respetable” de las mejores series tiene que estar The Sopranos, The Wire, Mad Men y Breaking Bad.
Más allá de la evidente maestría de cada una, estas calaron en el imaginario colectivo por resonar, no siempre de manera obvia, con la realidad de sus tiempos. Los Sopranos, una supuesta historia de mafia, subraya el deterioro de la clase media ante la constante sensación que tus padres trabajaban menos y recibían más. The Wire es una tragedia griega moderna, en donde individuos son aplastados por un sistema guiado por la inercia y buenas intenciones mal ejecutadas (y sí, la guerra contra las drogas se perdió antes de empezarla).
Mad Men es el cuento de hombres miserables vendiendo a las masas (y a ellos mismos) la idea de que estamos bien y felices, comprando y consumiendo. Breaking Bad terminó siendo una radiografía del lado más tóxico de la masculinidad y cómo podemos racionalizar los actos más atroces.
Estas series tienen la capacidad de mantener y ganar relevancia indistintamente (e incluso gracias) al paso del tiempo.
Solo falta un episodio, pero todo indica que tendremos un nuevo integrante en las futuras listas: Succession. La fábula moderna sobre el ficticio clan Roy es una sátira de los one-percenters: al 1% más rico del planeta, que a pesar de su fortuna (o a causa de ella) está especialmente repleta de gente inepta e infeliz.
Con su final se siente el fin de la era dorada también: la llegada del ejército de tiktokers dispuestos a hacer contenido gratis, audiencias fragmentadas y distraídas, la inteligencia artificial y la actual huelga de escritores confirman este punto. Estuvo bueno mientras duro, al menos tendremos esas listas para (re)descubrir las obras maestras.