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[OPINIÓN] Andrés Chaves: ¿Cura o curita?

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No me consta, pero supuestamente, una bala de plata es una forma infalible y fácil de matar a un vampiro. El término, hace referencia también a un tipo de mentalidad (sobre todo muy gringa) que siempre busca una sola solución sencilla para resolver problemas complejos.
Esta manera de pensar no es inofensiva. En Estados Unidos causó la vigente crisis de opioides y la debacle financiera del 2008 que recetaba desregulación indiscriminada. Pocos problemas han recibido tantas falsas promesas de soluciones milagrosas como la obesidad. Sin embargo, una nueva generación de medicamentos promete, ahora sí y de una vez por todas, desaparecer esos kilos de más.
No es un tema menor, más del 40% de la población de EE.UU tiene sobrepeso y han sabido exportar su dieta a todos los rincones del mundo. Las nuevas drogas, Ozempic y sus derivados, se diseñaron para atacar las hormonas que regulan el apetito y el azúcar en nuestros cuerpos. Fue creada para tratar Diabetes Tipo 2, pero hoy es ampliamente usada para bajar de peso. Es un secreto a voces que es (ab)usada por múltiples estrellas de Hollywood y es promovida por influencers, tiktokers y Elon Musk.
Los expertos advierten cautela, pero los mercados ya están asumiendo que estas menjurjes cambiarán el mundo. El fabricante danés Novo, en pocos meses se ha convertido en la empresa europea más valiosa, superando al gigante de la moda LVMH. Empresas de comida rápida anticipan una caída en la demanda, al igual que cirujanos que hacen reemplazos de rodillas o liposucciones. Aerolíneas anticipan una reducción del gasto en combustible al trasladar a tripulaciones menos gorditas y los más osados se atreven a predecir una ola de fertilidad, ante una población más saludable (y atractiva).
Nuestro historial nos debería indicar que, en el mejor de los casos, estamos exagerando el impacto de esta nueva “bala de plata”. Más nos debería preocupar que estamos tratando el síntoma y no la enfermedad: un sistema que crea obesidad y no erradica el hambre.