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[OPINIÓN] Alfredo Torres: “La tentación nacionalista”

“El nacionalismo cabalga de nuevo por el planeta. Vladimir Putin en Rusia y Xi Jinping en China son dos ejemplos notorios. Pero también está ocurriendo en democracias con elecciones competitivas…”.

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El nacionalismo cabalga de nuevo por el planeta. Vladimir Putin en Rusia y Xi Jinping en China son dos ejemplos notorios. Pero también está ocurriendo en democracias con elecciones competitivas, como en la India con Narendra Modi, Turquía con Recep Erdogan y podría volver a pasar en Estados Unidos si retorna Donald Trump al poder, para no hablar del avance de los partidos nacionalistas en Europa y otras regiones del mundo.
A los nacionalistas no les gustan la globalización ni la inmigración extranjera. Pueden llegar a ser militaristas, como lo ha demostrado trágicamente la historia y, en los últimos años, la invasión de Rusia a Ucrania. Desconfían de los organismos internacionales a los que acusan de estar controlados por una élite cosmopolita liberal. Reivindican, en contraposición, su identidad cultural y religiosa: en los últimos años, Putin ha inaugurado una gran catedral ortodoxa en Rusia, Erdogan una gran mezquita en Turquía y Modi un gran templo al dios Ram en la India. En el campo económico, tienden al proteccionismo, al mercantilismo y al capitalismo clientelista; y, en los casos más radicales, a la propiedad estatal de empresas calificadas de “estratégicas”.
En el Perú, Ollanta Humala fundó el Partido Nacionalista en 2005 y llegó a la segunda vuelta en las elecciones de 2006 con una prédica que era una mezcla de Hugo Chávez con Juan Velasco, pero, cuando ganó las elecciones en 2011, abandonó su propuesta original e hizo un gobierno de izquierda moderada. En las elecciones de 2021, obtuvo 2% y perdió la inscripción.
El abanderado actual de las ideas nacionalistas es su hermano, Antauro Humala. En realidad, siempre fue un nacionalista extremo. Antes del ‘Andahuaylazo’, en 2001, publicó Ejército peruano: milenarismo, nacionalismo y etnocacerismo y, en 2012, desde la cárcel, De la guerra etnosanta a la iglesia tawantinsuyana. Puede sonar extraño para un limeño, pero su tesis no es muy diferente a lo que han estado practicando Putin, Erdogan y Modi en los últimos años: a todos les conviene promover las creencias religiosas tradicionales para reforzar su prédica nacionalista y su liderazgo mesiánico.
Para evaluar el impacto que pueden tener las ideas nacionalistas en el Perú, Ipsos hizo un estudio para Perú21 Foro con una batería de preguntas cuyo resultado acumulado fue que el 63% de los peruanos se inclina hacia posiciones “globalistas” y 37% hacia posiciones nacionalistas, incluyendo 11% de nacionalistas extremos con mayor presencia en la población rural.
Algunas de las variables donde predomina la tendencia “globalista” son el comercio exterior (la mayoría valora los tratados de libre comercio) y la apertura a tener vecinos extranjeros (en otros países existe un rechazo elevado a tener de vecino a un inmigrante). En cambio, se aprecia una demanda por una decidida preferencia para los peruanos en el empleo y para la “nacionalización” de empresas extranjeras.
Antauro Humala tiene claros estos sentimientos y viene recorriendo el país predicando que no permitirá que un extranjero trabaje en el Perú mientras haya un peruano desocupado y ofreciendo “renacionalizar” las empresas que estatizó Velasco y fueron luego privatizadas por Fujimori. Ambas propuestas pueden resultar atractivas para un electorado frustrado por el deterioro de los últimos años y decepcionado de los políticos de las últimas décadas.
Muchas empresas nacionales y extranjeras vienen desplegando valiosas estrategias de sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) pero, por lo general, hacen una difusión muy limitada de su contribución al país. Para reducir el riesgo de que una prédica nacionalista extrema progrese, es necesario evaluar si sus estrategias de sostenibilidad están funcionando o si requieren una mayor inversión en el ámbito social, por ejemplo. Y puede ser conveniente pensar en una difusión más amplia, no solo en sus zonas de influencia, sino frente a toda la opinión pública, de manera que la ciudadanía perciba mejor el aporte conjunto de la inversión extranjera y las grandes empresas en el desarrollo nacional.
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