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Marx versus los antimineros de izquierda

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Fecha Actualización
Días atrás, un puñado de congresistas de izquierda firmó un comunicado en el que exigía al titular del Ministerio de Energía, Rómulo Mucho, “desistir en su intento de implementar el proyecto Tía María”. En otra parte del extenso comunicado se indica que “Tía María es inviable y no puede ser impuesto por intereses personales”, no sin antes apelar a sintagmas tan confusos como “licencia social” (término inexistente en la normativa minera) y a cuestionamientos de ingeniería del propio proyecto.
No obstante que el comunicado —como decíamos arriba— apela a “mitos oscurantistas” (agua versus cobre, mina versus agro, “licencia social”, etcétera) en términos de política real es absolutamente infantil atacar al ministro Mucho con la más alta valoración de un gobierno débil. Inocencia, le llaman.
Ahora bien, vayamos a lo nuestro. ¿Por qué sostenemos que Marx está en contra de los congresistas antimineros de izquierda? Veamos. Quien haya leído a Marx o a Engels con rigurosidad sabrá que el marxismo jamás se opone a la industria minera (ni a otra) por considerarla parte de los que en términos marxianos se denomina las “fuerzas productivas”. Así, toda la tesis económica del marxismo se basa en la creencia de que “los cambios sociales se producen debido a la transformación (y desarrollo) de las fuerzas productivas”.
En el “Manifiesto Comunista”, escrito por Marx y Engels, sostienen que “la burguesía ha desempeñado (…) un papel altamente revolucionario”, y agregan que “a lo largo de su dominio (…) ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas”. Como se verá, Marx y Engels apelan siempre al desarrollo de fuerzas productivas (capitalismo) para pasar a un estadio diferente.
Rafael Correa, el expresidente ecuatoriano, se preguntó varias veces si es que en el “Manifiesto” Marx o Engels se oponían a la minería (moderna en el caso peruano) o a la industria petrolera allá. La verdad es que ni Marx ni Engels se oponen a las industrias, menos a la minería y menos a una moderna que cumple los estándares sociales, ambientales y laborales. Los chinos —con Deng XiaoPing a la cabeza— también entendieron que sin el concepto de “desarrollo de las fuerzas productivas” China no iba a progresar jamás. Allí están en todo caso los discursos del “pequeño gran Timonel” sobre el desarrollo del mercado y del capitalismo en China.
Nuestra izquierda, criolla y al parecer huérfana de todo libro marxista, ha declarado una guerra del fin del mundo a la minería moderna, puntal del desarrollo nacional de las “fuerzas productivas”. ¿Por qué? ¿Solo por mera miopía ideológica? ¿Por modismos posmodernos (posextractivismo, “autonomía del individuo”, “identidades”)? ¿O tenemos a una izquierda antinacional que cumple objetivos geopolíticos de otros países? Juzgue usted.