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Juan Mendoza Pérez: La economía no está en un bache

“En suma, no hay razón que sugiera que la economía peruana se pueda dinamizar de forma significativa en los años que vienen”.

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Economista

El 2015 el Perú volverá a crecer por debajo del 3%. Sin embargo, para el MEF y el BCR lo peor ya está pasando y la economía se expandirá entre 4.2% y 5.3% en el 2016-2017. Hay exceso de optimismo en las proyecciones oficiales. La desaceleración no es un bache sino un cambio en la tasa de crecimiento tendencial de la economía.

El origen de la desaceleración ha sido la caída en los precios de los metales. Por ejemplo, el cobre, nuestro principal producto de exportación, retrocedió 20% entre el 2012 y el 2014, y otro 19% durante este año. Debido a que es previsible que China crezca cada vez menos, lo más probable es que los metales se sigan debilitando.

Menores precios de los metales significan menores exportaciones, que este año volverán a caer 15% pese a Toromocho y Constancia. Además, estos menores precios, al reducir el valor de los flujos de caja futuros y las utilidades empresariales, contraen la inversión. Así, la inversión privada caerá más de 5% en el 2015.

Hay, asimismo, enorme incertidumbre sobre el devenir internacional. El crecimiento mundial será menor en los años que vienen, según las proyecciones del FMI. Y no solo es China. También está el problema de la acumulación de deuda y las burbujas inmobiliarias y financieras debido a las tasas de interés cercanas a cero.

En suma, no hay razón que sugiera que la economía peruana se dinamice de forma significativa en los años que vienen. Lo más razonable es que la inversión siga cayendo, por lo menos en el 2016, y que el crecimiento de los siguientes años esté alrededor del 3%. Por ello, la política macroeconómica debe ser en extremo prudente. Necesitamos flexibilidad cambiaria para que la economía se acomode al shock permanente de menores precios de los metales. Agotar reservas para demorar la inevitable alza del dólar es arriesgado para no mencionar la pérdida de competitividad que acarrea.

Tampoco parece buena idea de que el crédito se siga expandiendo a más de 10% (y casi 30% en soles). ¿Cómo van a pagarse estos créditos cuando el ingreso per cápita crece menos del 2% y la inversión privada está en retroceso? Por el lado fiscal, la época de superávits está en el pasado. Hay que priorizar y mejorar sustantivamente la calidad de las nuevas inversiones públicas, y evitar elefantes blancos, como la refinería de Talara, más que nunca.

El optimismo es un buen compañero, pero el optimismo exagerado nos obnubila. Los candidatos presidenciales deberían ser conscientes que crecer más de 3% requiere profundas reformas de mercado.