/getHTML/media/1229342
Nicolás Yerovi: "Celebramos la sobrevivencia"
/getHTML/media/1229339
Fernán Altuve: "¿Presentar candidato de 87 años se puede considerar estabilidad?"
/getHTML/media/1229338
Orgullo de ser peruano: ¿Qué nos hace sentirlo?
/getHTML/media/1229336
Nancy Arellano sobre Elecciones en Venezuela: "Esta no es una elección tradicional"
/getHTML/media/1229265
Zelmira Aguilar: "Alejandro Villanueva creó el estilo de juego de Alianza y Selección"
/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229009
Javier Arévalo, escritor: "Sin bibliotecas, el hábito de leer no nace en los niños"
/getHTML/media/1228674
Mujeres Aymaras sorprenden con su arte en Desfile de Modas
PUBLICIDAD

Sin hipocresías

Lamento el fallecimiento de JDC tras un horrendo mal, pero eso no impide que se deje de evaluar objetivamente su trayectoria política, ni mucho menos ir a una santificación –dentro de esa costumbre local de glorificar a los desaparecidos–: JDC no fue un San Francisco de Asís limeño, tal como la izquierda le quiere presentar ahora.

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Aldo Mariátegui,Ensayos impopularesamariategui@peru21.com

Es el mismo caso de Chávez o Evita, políticos que también deben ser analizados al margen de un fin por ese mismo mal. Como lo será Fujimori, si también eventualmente muere por cáncer. Es que lo más justo es que uno sea medido con su misma vara (¿o acaso JDC no fue inflexible con el también canceroso –incipiente– Fujimori y hasta ácidamente aconsejó meses atrás que se trate en el Larco Herrera?).

Ahora presenciamos una campaña para presentar la sanción parlamentaria contra JDC como injusta y perversa, lo que me atañe. Siento ser odioso, pero la falta ética por conflicto de intereses era monumentalmente evidente –simplemente no puedes promover una ley con familiares y cercanos exasesores que potencialmente podrían ser beneficiados directamente– e incluso esos 90 días afuera fue una sanción benigna, pues merecía los 120 días de pena máxima. Y no fue la primera vez que JDC protagonizó hechos similarmente polémicos en cuanto al campo de la ética. Recordemos que, años atrás, un empleado congresal suyo falleció manejando un camión de su propiedad o que permitió que su entonces asesor congresal –y último abogado suyo– Javier Mujica Petit sustente en su lugar en el Legislativo una iniciativa que económicamente beneficiaba directamente a su padre Javier Mujica Ruiz Huidobro. Por ambos casos, fácilmente JDC se hubiera ganado sendas suspensiones en estos días. ¿Y acaso fue ético enjuiciar fallidamente al Legislativo para pretender cobrar su interrumpido lapso congresal 92-95? No.

Lo siento, no soy hipócrita (¡como ese Luis Favre, que tuitea: "Reparada una pérdida para el pluralismo de la prensa peruana" por mi regreso al papel!). Prefiero pasar por Javert frente a Jean Valjean que ser hipócrita. Las cosas como son. Y que descanse en paz.