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Gracias, César Hinostroza

"El sujeto está seguro de que podrá salvarse de un futuro en la cárcel porque está consciente del divorcio que existe en nuestro país entre “lo correcto” y lo legal".

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(USI)
Fecha Actualización
El señor César Hinostroza no es un personaje difícil de cuestionar. Es más, uno tendría que ser un arqueólogo especialmente talentoso si lo que quiere es excavar, de todos los audios difundidos, una frase suya que no ponga en evidencia su flagrante bancarrota moral.
No obstante, existe una declaración del suspendido juez que, si bien no está eximida de ser infame, resulta sumamente valiosa. Una frase que, en su putridez, echa luz sobre uno de los grandes problemas del Perú (e incluso del mundo). Y lo más interesante es que no viene de un astuto filósofo o de un audaz académico, sino de un sujeto que está tan metido en el problema que logra graficarlo con deliciosa e irónica claridad…
Hace unas semanas, en declaraciones a Cuarto Poder, César Hinostroza dijo: “la conducta antiética (…) no es delito”. No cabe duda de que la precisión de la frase de Hinostroza, con respecto a la conducta revelada por los audios, tendrá que ser definida por un juez. No obstante, la intención detrás de lo que dice es sumamente reveladora: El sujeto está seguro de que podrá salvarse de un futuro en la cárcel porque está consciente del divorcio que existe en nuestro país entre “lo correcto” y lo legal.
F.A Hayek habla de la evolución de las instituciones sociales. Con respecto a la ética decía que, como todo, lo correcto y lo incorrecto, termina por definirse por medio de un largo proceso de selección natural. Este proceso está moldeado solo por las interacciones espontaneas entre seres humanos y en el transcurso de estas, algunas acciones se aceptan y otras tantas se rechazan hasta que deja de existir gente que las practica.
Con esto en mente, hay acciones cuya evaluación negativa se ha mantenido vigente a pesar del largo proceso de evolución de la ética humana. Es el caso, por ejemplo, del homicidio, las violaciones o el robo. También es el caso de la injusticia en general, que puede estar retratada, citando un caso reciente, por un juez que negocia una pena para favorecer a sus amigos o “hermanitos”.
Sin embargo, sería mezquino pensar que un conjunto de leyes, construidas y planteadas por un grupo de burócratas desde un poder central, pueden siquiera estar a la altura de las exigencias éticas de una sociedad en constante evolución, incluso aunque se trate de modificar las mismas y aunque los jueces estén al día con la jurisprudencia. Y este es un problema que siempre ha estado presente en todo el mundo. Pero el asunto es que en nuestro país parece que no se hace el más mínimo esfuerzo por mejorar la situación. El divorcio entre lo ético y lo legal es conocido y aprovechado.
Y es que en el Perú hay leyes tan malas como los delitos o problemas que estas buscan remediar y el asunto empeora cuando sabemos que los encargados de aplicar las leyes no saben hacerlo o no lo hacen, enfrascados en sus propios intereses. Esto explica por qué es tan común que ciertas decisiones judiciales desafíen de forma tan sorpresiva el sentido común (piense en todos los criminales liberados y los inocentes encarcelados) o que un funcionario corrupto esté tan seguro de que no le pasará nada.
Así las cosas, está clarísimo que en nuestro país la ley y “lo correcto” son conceptos que tienen poco en común, el marco legal y la ética parecen estar divorciados sin posibilidad de reconciliación. Esta es nuestra realidad y siempre lo ha sido, sin embargo, gracias, César Hinostroza, por ejemplificarlo con tanta claridad.
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