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Esther Vargas: Por esa niña de 12 años

“Más de 60 millones de niñas en el mundo viven en pobreza… Ponerle rostro o rostros a esta cifra es un compromiso poderoso”.

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En el periodismo como en el amor, la rutina puede ser fatal. La pasión se acaba entre las parejas, y en el periodismo, la pasión como la curiosidad se extinguen. Son muchas las razones y también las excepciones, pero muchas veces no estamos a la altura de las demandas de nuestro país y de la sociedad.

En Ciudad de México, Álvaro Serrano e Iván Castellanos del Fondo de Naciones Unidas preguntan a las periodistas, a las decenas de mujeres periodistas reunidas cerca al Zócalo, qué tipo de periodismo estamos haciendo. Somos las invitadas al evento de Chicas Poderosas, una organización que busca empoderar a las mujeres con ayuda de la tecnología. En esta ocasión nos centramos en el periodismo de datos y en la importancia de contar historias que realmente ayuden a mejorar el hoy y el futuro.

¿Qué estamos haciendo desde nuestros medios de comunicación para contribuir al cambio? A veces, arrastrados por la rutina, solo nos limitamos a contemplar. Regreso al amor: mantienes una relación agónica, resistes, despiertas y sigues. En el periodismo ocurre algo parecido: sigues las reglas, no propones, te callas, te resignas, y piensas que nada va a cambiar. Tenemos el poder de transformar. ¿Mucho optimismo para un fin de semana sin café intenso? Quizá sí.

¿Qué pasaría si hacemos periodismo pensando solo (o también) en aquella niña de 12 años que hoy vive en pobreza y que posiblemente mañana no tenga oportunidades? Esa nota, pequeña o amplia, ese video, o esa infografía no será trending topic.

La historia no figurará entre las más leídas y posiblemente no vamos a vender más diarios o tener más ráting. Los likes no llegarán y muchos pasarán del tema porque el fútbol, la política del escándalo y la farándula les jalará más el ojo. Sin embargo, sin ser tendencia o parir un viral –palabritas del día a día– estaremos contribuyendo a que una, dos, ojalá diez, cien o más personas reflexionen sobre lo mucho que se necesita para reducir la brecha de género, esa de la que tanto se habla y que pocas veces podemos comprender.

El periodismo puede ayudar a que cada embarazo sea deseado, a que cada nacimiento sea seguro y a que cada persona joven alcance su pleno desarrollo. Naciones Unidas nos recuerda hoy que la adolescencia es clave, y que informar sobre lo que pasan nuestras niñas es una manera de contribuir a una gran transformación.

Más de 60 millones de niñas en el mundo viven en pobreza. El futuro de estas pequeñas está en riesgo. Ponerle rostro o rostros a esta cifra es un compromiso poderoso. ¿Podemos hacerlo? Si rompemos la rutina y pensamos que el oficio sí puede ser el mejor oficio del mundo algo estará cambiando. Es tiempo de ir más allá del #NiUnaMenos y empezar a rescatar historias que sean un llamado a la acción.

Contar historias que tengan la capacidad de cambiar la vida de las personas es el reto. ¿Pueden hacerlo? La pregunta remeció a las periodistas, chicas poderosas nos dijeron. Y respondimos que sí.

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