La anécdota de cómo un fotógrafo hizo sonreír a la reina Isabel II para un retrato por su Jubileo

Si bien el fotógrafo nacido en Escocia, que se hace llamar Rankin, estaba muy ansioso por fotografiar a la reina que ahora tiene 96 años, no pudo evitar recordar su memorable momento con ella. “Probablemente estaba más nervioso que nunca en mi vida”, reveló Rankin, de 56 años, a Fox News.

Rankin, quien ha fotografiado muchos rostros de celebridades mundiales, desde Hugh Grant hasta Kendall Jenner y varios miembros de la realeza británica, explicó que la única otra persona que lo hizo sentir nervioso fue Madonna.

Pero retratar a la reina Isabel II no lo puso nervioso, y señaló que estaba “súper emocionado porque, como jefe de estado, [la reina] ha sido parte de mi vida desde que nací”. “Si te criaron en el Reino Unido, ella se convierte en un miembro más de tu familia”, contó a la citada publicación.

“Fue un absoluto honor”, continuó. “Siempre me ha asombrado como ser humano porque había hecho tantos sacrificios en su vida. Y aunque crecí con ella, no sabía mucho sobre ella. Entonces, fue fascinante tener un breve momento en el que pude ver quién era ella realmente como persona”.

En 2002, Rankin se puso su mejor traje y fue al Palacio de Buckingham para retratar a la monarca. Llevó consigo su equipo y esperó ansiosamente en un largo pasillo junto a tres ayudantes de palacio a que llegara la reina.

“Ella es la mujer más famosa del mundo”, dijo el cofundador de la revista Dazed + Confused. “Así que hubo, por supuesto, mucha presión para hacerlo bien. Y no tenía miedo de tomar su foto. Solo quería asegurarme de que la representara perfectamente”, explicó.

Señaló que se preparó por un tiempo para estar listo para saludar a la soberana adecuadamente. La vio venir hacia él, riendo y bromeando con su asistente. “Solo pensé, ‘Oh, Dios mío, ella tiene un gran sentido del humor’”, dijo, y agregó que una “ola de poder” se apoderó de él cuando ella entró.

“Verla entrar riéndose también me tranquilizó. En mi investigación, leí que tenía un sentido del humor perverso y muy descarado. Y se mostró así”, indicó. Rankin también recordó la charla que tuvo con la reina e incluso hizo algunas bromas. Luego contó que una parte de su cámara se rompió y ella se rió al respecto.

“Se humanizó frente a mí. Quería capturar ese sentimiento con mi cámara. Una vez que vi esa risa, pensé: ‘Eso es todo, voy a hacer que sonría’”, dijo Rankin. “Cuando mi asistente finalmente volvió a colocar esa pieza, le dije: ‘Señora, ¿podría simplemente sonreír, por favor? Tengo uno en el que ella dio esta sonrisa realmente enorme. Y al final, obtuve esta única sonrisa: esa fue la oportunidad”, indicó.

El fotógrafo tomó alrededor de 100 fotos en cuatro minutos. Sin embargo, hubo tres instantáneas que realmente se destacaron para él. Envió los retratos al palacio para la aprobación de la reina y ella escogió una en el que puso la bandera británica detrás de ella. La foto se exhibió más tarde en el Castillo de Windsor, así como en la Galería Nacional de Retratos.