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Sonaly Tuesta: “Mis riquezas son la gente que conozco y su sabiduría”

Sonaly Tuesta es la creadora, conductora y directora de Costumbres, programa de TV que cumple 20 años.

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Sonaly Tuesta es la creadora, conductora y directora de Costumbres, programa de TV que cumple 20 años. (Foto: Ángela Ponce).
Fecha Actualización
Dice que Lámud es como un pueblo pintado. La naturaleza dibujó techos de teja, una plaza acogedora, calles delgadas, campos de penca, maíces, un cerro con la cruz de Lámud Urco, la iglesia con el Señor de Gualamita y a Sonaly Tuesta.
Dos meses después de que ella nació, su padre tuvo que migrar a Chachapoyas para cumplir con la labor de profesor. Catorce años más tarde, otra vez el deseo de crecer motivó a los Tuesta Altamirano a continuar el viaje. En Chachapoyas no había universidad y Sonaly debía prepararse para ese camino. Previa parada en Chiclayo, donde la sorprendieron los 15 años, llegó a Lima. Puente Piedra, el Jirón de la Unión, la Plaza San Martín, la librería Studium y el torito de Pucará del Parque de las Leyendas eran sus primeros retratos de viajes. En una ciudad que hace 20 años vio nacer Costumbres, el entrañable programa conducido por Sonaly Tuesta en la señal de TV Perú.
Los sachapuyos, o chachapoyas, fueron una nación de guerreros y en particular las mujeres, que tienen en la figura de Matiaza Rimachi a su heroína en la lucha contra los españoles. En esa tierra creció Sonaly, quien llama a sus padres guerreros. De Matiaza tiene la convicción de que las cosas se hacen. “No creo cuando alguien me dice que no puede”, sentencia. Y de su padre siempre recuerda una contundente frase que se sintetiza así: “Lo imposible solo demora un poco más”.
-¿Cómo era Sonaly hace 20 años?
Con una experiencia de ciudad muy tímida. Bastante antisocial, no en el sentido de que no quería estar con la gente, sino que sentía que no podía estar con la gente. Sentía que no tenía esa capacidad.
-¿Tu origen te pesaba un poco?
(Se queda en silencio unos segundos). Me faltaba descubrir que yo podía, quizás tenía miedo al rechazo. Hay traumas a pesar de la libertad con la que crecí. Mi papá siempre me hizo sentir que yo era lo máximo. Y mi mamá también.
-Te hago esa pregunta porque en algún momento cuesta reconocerse a sí mismo.
Exacto. A mí me pesó mucho cuando entré a la U. de Lima. Yo no negaba mi origen, pero prefería que no me lo pregunten. Obviamente, cuando me preguntaban, siempre decía de dónde era.
-Y hace 20 años esta peruanidad de la que hoy nos jactamos no estaba instalada.
Para nada.
-La quinua aún era rechazada por muchos.
Imagínate que yo les cuente en ese momento que el plato típico de mi mamá que más me gustaba era la costumbre y que era de vísceras de cerdo. Ahora la gente dice: “¡Pucha, qué paja!”. Y es un descubrir. Hay quienes recién han descubierto que el nombre de mi programa viene de ese plato.
-¿Te atreverías a decir que hacer Costumbres en estos 20 años ha sumado en ese cambio de percepción de nuestros orígenes, en esa lucha contra el prejuicio?
La verdad que sí, porque también siento mi transformación. Algo que logra transformarte a ti misma logra transformar a los demás.
-¿Cómo es Sonaly 20 años después?
Esa Sonaly antisocial se ha recuperado y se ha encontrado con esa parte festiva que tiene, esa parte de acercarse al otro y compartir gracias a Costumbres y gracias a la gente. Soy muy de apego, de compromisos, tengo buena memoria y me acuerdo de la gente. El Perú para mí tiene rostros y eso me hace acercarme a cada espacio como algo singular. Tenemos la misma raíz, pero no somos iguales. No se entiende el tema del territorio: mi departamento es mi casa, pero, para las comunidades, el bosque es su casa y son espacios vivos. La roca tiene vida, el árbol les habla. No puedes irrumpir ahí y volarte el árbol. Hay que entender el desarrollo desde diferentes cosmovisiones. Creo que mi sensibilidad ha aflorado mucho más y siento que tengo compromisos personales con la gente.
-En ese tránsito de dos décadas te enfermaste de un virus respiratorio. Entiendo que fue el peor momento que te ha tocado vivir.
Ahora último he sufrido con la pérdida de Lucho Repetto. Es un dolor muy fuerte. Lucho estuvo acompañándome en aquel momento y recuerdo cuando me dijo que él entró el primer día a la UCI: “Te vi ahí entubada, con todos esos aparatos encima y te dije ‘Marielita’ (mi primer nombre) y te brotó una lágrima. Entonces, morí”. (Breve silencio, su voz se quiebra). Esta pandemia me ha hecho recordar esas cosas porque las características son muy parecidas. Estuve con coma inducido por nueve días.
-¿Qué crees que te hizo volver a la vida?
Una amiga llamó a un curandero sin saber que yo lo conocía. Y le preguntó si yo iba a sobrevivir. Él le dijo: “Si Sonaly tiene el espíritu fuerte, va a sobrevivir”. Y siento que fue eso, mucha de la energía de la gente, las deidades, tengo amigas de Puno que hicieron ofrendas al cerro, pagaron a la tierra en Huancavelica, mis amigos de la Amazonía y su buen pensamiento, Olinda Silvano cantando. Y toda la gente pensando de una manera positiva en mí. Y obviamente la medicina.
-¿Esa experiencia hace más difícil o fácil vivir esta pandemia por el COVID-19?
En algún momento se me ha hecho más fácil, porque siento que podemos vencer al virus. Pero es doloroso. Algunos amigos salieron bien, Lucho no. Lamentablemente, todas las precariedades se han desnudado. Ahorita estamos en una campaña tratando de que se escuche al pueblo awajún y poder darle ayuda.
-Me cuentas que de niña creías que todos éramos iguales y que te chocó saber que había pobres y ricos. Pero en 20 años de Costumbres, con tantos viajes, has adquirido una riqueza que quizás nadie tiene. ¿Cuáles son tus riquezas, Sonaly?
(Risas). Mis riquezas son la gente que conozco y la sabiduría que he aprendido de ellos y la admiración que les tengo. Admiro mucho a Marcelo Odicio, jefe de la comunidad Kakataibo Yamino; a Francisca Orosco, que es una artesana en la selva de Nauta; a Sonia Mamani, una cocinera joven. Y así como ellos, a un montón de gente que me ha dado su saber.
-¿Es posible conocer todo el Perú?
Yo creo que no, porque para mí el conocimiento se basa en tener tiempo para vivir con la gente de cada lugar. Ese es el verdadero conocimiento. El conocimiento de la gente, no del espacio físico.
-Sin duda, es un logro que Costumbres cumpla 20 años y también lo es haber sobrevivido a un virus respiratorio, pero me dices que todavía te cuesta superar la partida de tu padre. ¿Qué te gustaría decirle?
Ufff... (guarda silencio). Le pediría que me vuelva a decir que existe un camino más adelante y que solo hay que continuar. Que si crees en algo, ese algo va a llegar, que debemos ser tercos. Y le diría: mira, papá, tengo esta lista, todavía me falta, cuáles son los caminos que debo seguir para poder hacerlo.
AUTOFICHA:
- “Mi nombre es Mariela Sonaly Tuesta Altamirano. Tengo 47 años. Nací en Lámud, provincia de Luya, Amazonas. Estudié Comunicaciones en la U. de Lima. Seguí un diplomado de Dirección de Documentales en la Universidad San Antonio de los Baños, en Cuba”.
- “También he publicado los libros El secreto de los Sachapuyos, de poesía; el libro El rescatador y las vírgenes, de crónicas; Fiesta, calendario y costumbres; el libro digital Ya endulzó la coca (en Amazon); y alisto Costumbres, el verdadero espíritu de los peruanos, que son 10 crónicas”.
- “En la Feria del Libro virtual se presentarán dos libros míos. El 24 de agosto, a las 7 p.m., vía YouTube, Ya endulzó la coca, sobre cinco fiestas patronales; y el 5 de setiembre, al mediodía, Costumbres, el verdadero espíritu de los peruanos con la Editorial Artífice. Este último lo presenta Sonia Guillén”.
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