Lo siento porque apenas tenías 21 años. Tengo un hermano de esa edad y me duele de solo pensar. Quizás, por las circunstancias, haya terminado como tú, trabajando en esas condiciones. Pero me duele más porque tu muerte es algo con lo que cargaremos todos, TO-DOS. El presidente, alcalde, jefe de Defensa Civil, el congresista, el ministro, el dueño del local, el guardia, el reportero, el vecino, tu jefe, yo y tú. Porque dime, Jorge, ¿acaso nosotros no vemos a diario que la informalidad reina en nuestra vida? ¿Acaso no nos quedamos callados al ver cómo ese tipo bota la basura por la ventana de su carro o a la vecina tirando su bolsa en medio del parque? ¿No cerramos los ojos cada vez que un amigo le paga a un policía una coima por manejar sin SOAT o en el club hacen un baño solo para empleadas? ¿No nos matamos de la risa mientras contamos cómo le sacamos la vuelta a la Sunat o cómo nos quedamos dormidos en el Metropolitano para no dar asiento? Así es, Jorge, así siempre ha sido y nos creemos los más pendejos del mundo. ¿Por qué cambiar eso? Eso no es popular, para nada. Popular es hacer un by-pass en seis meses, hacer la gran fiesta de aniversario de tu distrito, salir con una modelo, pelearse por el pisco o sacar a un presidente de la cárcel. Eso es popular, Jorge. Tu vida y la de tus compañeros no, ya te diste cuenta. Si no le importaba a tu jefe, ¿por qué crees que al alcalde sí?