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La historia del ‘asesino del pijama’ que sorprendió a todo el Perú a finales de los años 60

Semanas después que la selección peruana de futbol sellara su clasificación al Mundial de México 1970 en la ‘La Bombonera’, Argentina, un homicidio pasional estremeció el Perú. El 21 de setiembre de 1969, Luis Schambaher Cahuas, de 36 años de edad, fue encontrado muerto en su casa de la urbanización Roma, en el Cercado de Lima. La víctima estaba casado con Adela Céspedes, con quien tenía tres hijos. Sus amigos lo describían como “una persona retraída pero muy amable”. No asistía a fiestas ni reuniones sociales. Solo llevaba un año como supervisor de tráfico de Aerolíneas Argentinas y recién había regresado de Arequipa de unas vacaciones familiares.

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Fecha Actualización
Semanas después que la selección peruana de futbol sellara su clasificación al Mundial de México 1970 en la ‘La Bombonera’, Argentina, un homicidio pasional estremeció el Perú. El 21 de setiembre de 1969, Luis Schambaher Cahuas, de 36 años de edad, fue encontrado muerto en su casa de la urbanización Roma, en el Cercado de Lima. La víctima estaba casado con Adela Céspedes, con quien tenía tres hijos. Sus amigos lo describían como “una persona retraída pero muy amable”. No asistía a fiestas ni reuniones sociales. Solo llevaba un año como supervisor de tráfico de Aerolíneas Argentinas y recién había regresado de Arequipa de unas vacaciones familiares.
La última vez que lo vieron con vida fue la mañana del domingo 21 de setiembre, cuando fue a trabajar al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Esa misma noche, dijeron los testigos, se le escuchó tocar el piano, algo que hacía con frecuencia. Al día siguiente, no llegó a su trabajo y su auto quedó estacionado en la puerta de su casa. Algo raro estaba pasando, pensaron los vecinos. Horas después, uno de los trabajadores de la compañía aérea lo fue a buscar, tocó su puerta y nadie le respondió. En seguida, avisó a su hermano Alfredo Schambaher, quien decidió ir a verlo unas horas después.
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La mañana del 23 de setiembre, su hermano, un banquero limeño, se enfrentó a una de las escenas más escalofriantes de su vida: encontrar el cadáver de Luis, desnudo y estrangulado por su propio pantalón de pijama. El cuerpo estaba escondido debajo de la cama de uno de sus hijos. La casa era un completo desorden y había vasos de whisky a medio consumir. Faltaba dinero, joyas, ropa y un televisor Silvertone. Por esa escena, la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) determinó que el “caso del pijama” se trataba de un homicidio.
Sin pistas del crimen
Tras la inspección ocular, la PIP empezó su investigación citando a los dos hermanos de la víctima. También llamó a algunos amigos y compañeros de trabajo para conocer sus actividades y conseguir más información que ayude en el caso. Además, explicó que sólo se conocería el monto de lo robado cuando la viuda Adela Céspedes regresara de Arequipa. Al día siguiente, el 24 de setiembre de 1969, la autopsia confirmó la “muerte por estrangulamiento a lazo por mano ajena”.
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El jueves 25 de setiembre, el cuerpo de Luis Schambaher fue enterrado en el cementerio “El Ángel”, luego de que su esposa llegara de Arequipa. Ese mismo día, la policía encontró “huellas de lápiz labial” en la casa de la víctima, lo que hizo pensar que una mujer había estado con él horas antes del asesinato. De esta manera, se descartó que el crimen haya sido para robarle. Sin embargo, días después se reveló que dos hombres habían visitado al funcionario de Aerolíneas Argentinas antes de su muerte. La pista la dieron unos testigos que vieron a dos obreros de una fábrica vecina a la casa de Schambaher, merodear por la zona horas antes del homicidio.
Aún con pocas pistas, los especialistas de Homicidios de la Policía siguieron con su interrogatorio, llamando a más de diez personas, entre extranjeros y peruanos. Incluso tomó la declaración de la propia viuda de la víctima, quien aclaró qué objetos faltaban en la casa. Nadie daba pistas del paradero de los dos sujetos sospechosos de asesinato. El 9 de octubre de 1969, los investigadores detuvieron a José Potereyco y Máximo Marina, señalados como sospechosos del homicidio del funcionario. Luego de ser interrogados, fueron puestos a disposición del Juez Instructor de Turno. Días después, salieron en libertad al no comprobar su culpabilidad.
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Caída del asesino
La noche del viernes 14 de noviembre de 1969, la PIP capturó a Jorge Manrique Valderrama, un arequipeño de 22 años de edad, en su casa del jirón Renovación, en La Victoria. En su domicilio se le encontraron los objetos robados de la casa del supervisor de tráfico. Además, contó que vio a Schambaher en el Lawn Tennis, donde trabajaba como empleado. Luego, confesó ser el asesino.
Horas más tarde, en el interrogatorio policial, Manrique contó paso a paso cómo lo asesinó. Según relató, la misma noche del 21 de setiembre, después de dejar a un amigo en el paradero de colectivos de Lima-Callao, en la avenida Nicolás de Piérola, Manrique avanzaba por la puerta del cine San Martín, cuando fue interceptado por Schambaher que le invitó a beber y luego le propuso continuar la reunión en su domicilio. Así llegaron a la urbanización Roma, donde la víctima le ofreció dinero a cambio de sexo.
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“Fue entonces que subimos al dormitorio, en la segunda planta, donde nos desnudamos (…)”. Recién en esos momentos, descubrió que Schambaher también era un homosexual activo como él. Pelearon y, finalmente lo estranguló con el pantalón del pijama, hasta matarlo. Luego le quitó su reloj de oro. Se llevó algunas prendas de vestir, un televisor y las llaves de su casa y automóvil. Tomó un taxi para ir a su casa en La Victoria, donde se encontró con su hermano menor. A él le dijo que todo se lo habían dado a guardar y que el televisor lo había comprado por un bajo precio.
Dos meses después, su hermano, ingenuamente, se puso una casaca de corduroy azul con cuello de peluche del supervisor aéreo y, estando por La Colmena, en el Centro de Lima, fue detenido por la Policía que reconoció la prenda robada de la víctima. Jorge Manrique fue capturado de inmediato. El caso fue el de una noche de placer que terminó en tragedia. Un acto criminal que se resolvió por una prenda de vestir, la pista que hizo que la Policía diera con el ‘asesino del pijama’.
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