Meses después, otro tío le preguntó si quería trabajar en Minero Perú en Huachipa. Aceptó, por supuesto, y para comenzar tuvo que picar a mano 200 kilos de cebollas en una mañana. Aprendió la técnica para no llorar tanto, poniendo un recipiente de agua al lado, y después de un mes repitiendo a toda velocidad la prueba de fuego, la superó exitosamente. Entró a cocinar y los compañeros lo fueron guiando: “Siempre estaba buscando un cambio y me dijeron que buscaban cafeteros para un restaurante. No sabía nada de café”, se ríe. Logró una entrevista en Saint Tropez, en el CC Camino Real y trabajó allí durante cuatro años. Durante el horario partido, anotaba todas las recetas y técnicas de programas TV como el de Jean Patrick y uno menos conocido, con un joven llamado Gastón. A esas alturas, Victoriano ya estaba casado con Violeta, su amor adolescente de Huaraz, pero cuando tuvieron a su primera hija (quien, precisamente, se casa hoy), había que avanzar, alcanzar otras metas. Pasó frente al Astrid & Gastón, esperó en la puerta por 5 horas hasta que vio salir a quien preparaba delicias en TV y le pidió trabajo: “Vente el martes”, recuerda que le dijo Gastón. Oído, pensó con entusiasmo.