De Don Ramón se apodera de su escopeta, de Doña Clotilde de su plancha y de Doña Florinda de sus calzones. Cuando parecía que lo iban a descubrir, logra zafarse de la situación escondiendo lo sustraído en el barril del Chavo, algo que hace pensar a todos que el niño era el verdadero ratero, por lo que se va; pero luego de analizar que él no había sido, regresa.