Redacción PERÚ21

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Has pasado casi cuatro años desde que la noticia sobre el suicidio de sorprendió al mundo entero. El actor decidió acabar con su vida ahorcándose con un cinturón que colocó entre la puerta de su cuarto y el marco de la misma el 11 de agosto de 2014.

Williams vivió un infierno los años previos a tomar la fatal y drástica decisión que acabaría con su sufrimiento, según revela el periodista del New York Times, Dave Itzkoff, en la biografía que ha escrito sobre él y que ha decidido titular simplemente ‘Robin’.

En ella se revela que el ganador del Oscar como Mejor actor de reparto en 1997 por ‘Good Will Hunting’ pensaba que era incapaz de volver a hacer reír a su público. “No puedo. No sé cómo ser gracioso”, le dijo a Cheri Minns, su amiga y encargada de su maquillaje durante años, según recopila el libro.

Los últimos años de su vida, Robin Williams estuvo poseído por el sentimiento de haber llegado a su final. “Lo que vi (cuando lo visitó) fue un hombre asustado”, cuenta Billy Crystal sobre una de las últimas veces que estuvo con su amigo y compañero de profesión.

Las invitaciones que recibía de sus amigos para que regrese a los escenarios con una obra en solitario lo abrumaban y siempre las rechazaba. Ello, debido a que su deterioro físico llegó a afectar su memoria, haciéndole imposible aprenderse sus guiones.

El protagonista de ‘Patch Adams’ también presentaba problemas urinarios, digestivos, y padecía de insomnio . Su voz cambió, perdió mucho peso y sus músculos se paralizaban incomprensiblemente. En ese escenario, le diagnosticaron Parkinson y todo empeoró.

Es así que meses antes de su muerte, Williams recurrió a un centro de desintoxicación que conoció cuando tuvo problemas de adicción, buscando un lugar en el que meditar y encontrarse a sí mismo, pues la crisis personal y laboral que atravesaba lo fue aislando de todos.

“Siento que tendría que haber pasado más tiempo con él. Porque alguien que necesitaba apoyo, no recibió lo que quería”, recuerda ahora su hijo Zak. La publicación también recoge el testimonio de su tercera esposa, Susan Schneider; su nuera, Alex Mallick, y otros muchos actores, amigos y compañeros de trabajo de Robin Williams.

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