Redacción PERÚ21

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Mickey Rourke empezó a boxear cuando tenía apenas 12 años. Quizás por eso su pasión por encajar golpes —y recibirlos— no atenuó cuando triunfó como actor a mediados de los ochentas ('Nine and a Half Weeks' lo convirtió en un símbolo sexual junto a Kim Basinger), si no todo lo contrario.

En 1991 Rourke dejó toda pretensión actoral atrás y se inscribió como boxeador profesional, decisión que se puede apreciar en las numerosas lesiones que lleva en el rostro.

La gracia del boxeo le duró hasta 1994, cuando colgó los guantes y volvió a Hollywood buscando consagración (y lo lograría con 'The Wrestler' a mediados del 2000). Sin embargo, el actor se quedó con el recuerdo de dos fracturas nasales y una en el pómulo hicieron que recurra al quirófano.

Mickey Rourke se ha operado la nariz hasta cinco veces. De hecho, una vez le extrajeron el cartílago de la oreja para poder reconstruírsela. Ahí empezó su obsesión por el bisturí: lifting, párpados e injertos de pelo se unieron a la lista.

Todo esto lo convirtió en quien es hoy… bueno, lo que era hasta su más reciente retoque estético (que incluye una peluca). El actor se dejó ver con este nuevo rostro en el estreno de su más reciente película The Infiltrato en Nueva York.

Eso sí, lo único que no cambia en Mickey Rourke es esa sonrisa de costado que ningún golpe ni la más dura adicción han podido borrarle del rostro.

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