Ana María Roca Rey siempre supo qué era lo que quería estudiar. Comenzó su carrera en el cine, pero decidió probar en la televisión. Ya tiene catorce años “enamoradísima” de esta industria, aunque de vez en cuando se escapa para hacer cine.
A sus 30 años, una malformación arteriovenosa en su cerebro la obligó a hacer una pausa en su vida —algo nada fácil para alguien tan apasionada— y, desde entonces, se dio la licencia, como ella dice, de pensar en algo más allá de su carrera.
Hoy también hizo una pausa, esta vez para un acto muy significativo: la donación de su cabello al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN).
“Mi cabello me da seguridad y eso es lo que necesitan estas personas”, nos dice mientras le trenzan el pelo para poder cortarlo.
Había algo de melancolía, pero también una fuerte convicción en sus ojos al momento de entregar los 30 centímetros de su cabello a las voluntarias del INEN.
¿Cómo ha sido esta experiencia?
Feliz. De hecho, hoy entendí que este proceso empezó hace tiempo. En el momento en que decidí dejarlo crecer, el día que decidí no cortarlo, porque al final sí era una decisión que pude haber tomado, pero tuve una experiencia previa que fue muy bonita y quise repetirla.
Cuéntanos tu experiencia previa.
Hace cuatro años también lo hice. Fue superbonito porque lo manejé desde una manera personal, desde mi red, y tuvo un impacto a mi alrededor que me asombró. Me parece importante contagiar y visibilizar estas acciones.
La primera vez que tomaste la decisión, ¿por qué lo hiciste?
¿Sabes que no lo sé? Siempre he sido muy cuidadora de mi pelo, me parece un elemento importante, es algo que siento muy personal, que me da seguridad. Nosotros trabajamos hace muchos años en Yo soy con pelucas. Nuestros personajes trabajaban con pelucas que las hacía nuestra querida Amparito, quien murió de cáncer, ella era la reina de las pelucas. Entonces, siempre tuve como un acercamiento, tal vez por ahí algo quedó en mí, porque no tengo otra explicación.
Es todo un proceso para que pueda crecer y mantenerlo bien...
Sí. Cuidarlo se vuelve no solamente una necesidad personal, sino que, al saber que lo donaré, adquiere otro significado, porque lo cuidas para ti, pero también porque sabes que al final no va a terminar siendo tuyo, va a ser de otra persona, y eso hace que sea un doble cuidado y significado.
Hoy por la mañana te despertaste sabiendo que te cortarías el cabello. ¿Hiciste algo en particular antes de venir?
Le dije a mi hija Almudena que se despida de mi pelo porque se iba. Y algo que me gustó un montón es que Almudena se quedó con esa idea de la donación y la ha compartido con sus amigas. Es una niña de 9 años y me impresionó que lo tomara con cierto interés.
Empezaste en el mundo del cine. ¿Cómo tomaron tus papás esa decisión, teniendo en cuenta el contexto de esa época?
Esa época fue dura. Las salas de cine estaban casi todas cerradas, viviendo en una época del terrorismo durísima donde un coche-bomba podía ser el día a día. Y de repente yo les salgo con que quería dedicarme al cine, y la mirada de los dos fue… (hace un gesto de confusión). Hubo un silencio, pero en ningún momento se opusieron o me lo cuestionaron. Y, bueno, justamente ya entrando a la facultad es donde reiniciamos un poco hacer cine, sobre todo cine peruano, desde Días de Santiago y Paloma de papel.
Ahora estás del lado de la televisión. ¿Por qué ese salto?
Fue porque en la última película que hice con Fabricio Aguilar, se llamaba Tarata, la protagonista fue Gisela Valcárcel, ahí la conocí y ella me conoció a mí. Me preguntó por qué nunca he hecho televisión, a lo cual yo respondí: “Porque lo mío es el cine”. Me dijo: “Prueba, ¿qué va a pasar?”. Y, efectivamente, probé, y aquí estoy 14 años después. Y por esas cosas de la vida me junté con Ricardo Morán, que es mi socio, y arrancamos nuestro camino.
En ambas industrias has estado desde el lado de la producción. ¿Por qué esa área?
Yo quise ser directora de cine y empecé mi carrera diciendo: “Yo voy a ser directora de cine”, pero cuando llegué a la carrera, me di cuenta de que todos queríamos ser directores de cine. Y la parte de producción era la que trae el sanguchito, y dije que no, eso no es la producción, la producción está a veces por encima de la dirección. Entonces, dije: “A ver qué hago para no quedarme en la competencia de la dirección, pero seguir siendo cabeza, seguir siendo la propuesta”. Y la producción es eso, la producción es un poco esa área que te da la estabilidad, la estructura y que, al final, termina siendo posible la realización de lo que sea. Y encuentro en la producción ese poder.
Revisaba tu Instagram y en tu descripción pones: “Yo soy Anita, soy mamá, soy productora, cineasta, esposa, amiga, a veces todo al mismo tiempo”. ¿Cómo lo haces?
Creo que parte de ser productora es tener una estructura, tener un orden, tener constancia. No te voy a decir que es fácil, pero al final se puede lograr si estás rodeada de las personas correctas, y ahí está un poco la clave de todo: rodearte de las personas correctas, rodearte de las personas que sepan más que tú, rodearte de las personas que respetan tu espacio, tu trabajo, tu tiempo, y eso va desde mi familia.
Me da la impresión que nunca paras, ¿en algún momento has tenido que hacerlo?
Sí, hubo un cambio fuerte en mi vida. Hace 14 años me descubrieron una malformación arteriovenosa en el lado derecho del cerebro y eso le puso pausa a mi vida entera. En esa época yo solamente hacía cine, tenía como una cola de proyectos por realizar y tuve que parar todo, absolutamente todo.
Debió ser difícil hacer esa pausa obligatoria…
Fue durísimo, tanto así que yo no quería llamar a nadie para renunciar a mis proyectos, fue mi papá quien agarró mi celular para decirle a los directores que yo no podía seguir en sus proyectos y yo lloraba al lado. Pero bueno, aprendizajes de la vida.
Volviendo a la descripción de tu Instagram, para cerrar pones: “siempre doy la contra...”.
(Risas). Siempre, siempre. Es que creo que es mi forma de decir que a mí no me gusta cuando veo solamente un punto de vista. Creo que la mayoría de los problemas son problemas, porque solamente se miró un punto de vista y no se vio los otros. Yo cuestiono.
¿Hay algún proyecto que tenga emocionada ahora?
Bueno, El Gran Chef continúa y nos tiene muy emocionados porque felizmente le va muy bien. Este año tengo bastantes viajes porque me estoy llevando dos proyectos lindos, una película y una serie a mercados internacionales y bueno la película que acabamos de terminar de hacer Lady Nazca, está basada en la historia de Maria Reiche, nuestra famosa cuidadora de las Líneas de Nazca y es la etapa en su vida en donde ella encuentra esta pasión por las líneas y todo lo que hace por respetarlas y por volverlas lo que son ahora, un patrimonio cultural.
Autoficha
- “Yo soy Ana María Roca Rey Urrunaga, tengo 45 años. Estoy casadísima, tengo dos hijos maravillosos, un hermano mayor y mis papis. Mi familia es lo más importante. Mi hija Almudena (9 años) quiere ser productora o cantante y mi hijo Alonso (12) aún no lo sabe”.
- “Mi hijo Alonso es muy creativo y artista. Me encanta su forma de ver la vida... Eso sí, no puedo empezar mi día sin su taza respectiva de café. Pero a veces me despierto en la madrugada para anotar alguna idea en mi libreta y la realizo al día siguiente”.