Nuestra empresa es como un gran barco: podemos dejar que la corriente o el viento nos lleve, pero podríamos perdernos o, en el peor de los casos, naufragar. Para llegar a nuestro destino hace falta un mapa para dirigir el barco, es decir, necesitamos un plan de acción que nos señale los caminos que nos conducirán a nuestro destino.