“Le dijo a Iglesias que él pertenecía a la aristocracia del crimen político y a todos preguntó si esa es necesariamente mejor que la aristocracia a secas”.
“Le dijo a Iglesias que él pertenecía a la aristocracia del crimen político y a todos preguntó si esa es necesariamente mejor que la aristocracia a secas”.

En España, la Presidencia del Congreso de los Diputados retiró del diario de debates las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo cuando, al defenderse del ataque de marquesa, como reaccionaria e hija de marqués, le dijo a Pablo Iglesias ser hijo de un terrorista por la pasada militancia de su padre en el FRAP. Más allá de lo que digan los tribunales, incluido el Constitucional en la acción de amparo de la diputada para reponer sus palabras, lo que importa son sus pensamientos, valentía y arrojo.

“España no está condenada a ser un tablero en el que la izquierda y los nacionalistas siempre juegan con ventaja. La superioridad moral que exhiben (…) es la gran anomalía española. No atiende a razones históricas, no respeta el presente y explica la degradación de la conversación pública”, agregando que la primera obligación del PP es dar la batalla cultural para nivelar el tablero e impugnar esa supremacía moral de la izquierda.

Le dijo a Iglesias que él pertenecía a la aristocracia del crimen político y a todos preguntó si esa es necesariamente mejor que la aristocracia a secas.

Quiso restaurar la verdad y dijo: “En España la verdad nunca ofende, salvo que afecte a la izquierda. Entonces, la consideran un insulto, una calumnia, y la razón y la derecha retroceden”. Ella no lo hizo. Allá está su recurso de amparo para defender su derecho a decir la verdad, incluso cuando afecta a la izquierda.

“Solo la ignorancia y el miedo mantienen el tablero inclinado y solo la verdad y la valentía lo pueden nivelar”, dijo la brillante diputada, y yo le digo: somos muchos republicanos de su lado, marquesa, demos la batalla cultural en debate abierto, fustigándolos allá, aquí y en cualquier parte.

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