Mientras Taiwán es un ejemplo de una economía próspera a pesar de la amenaza de un estado “imperialista” a pocas millas de distancia, con Cuba ocurre todo lo contrario. (Asociación de Contribuyentes)
Mientras Taiwán es un ejemplo de una economía próspera a pesar de la amenaza de un estado “imperialista” a pocas millas de distancia, con Cuba ocurre todo lo contrario. (Asociación de Contribuyentes)

Por Asociación de Contribuyentes

En su discurso por fin de año, el presidente de China, Xi Jinping, aseguro que seguramente en 2024 Taiwán sería otra vez parte del Estado Chino y, por lo tanto, China estaría por fin “reunificada”. La tremenda amenaza concreta y directa es la culminación de un proceso de escalamiento de tensiones en las que se incluye a Estados Unidos (EE.UU.). China tiene no solo amenazada a la isla de, sino que impone sobre ella una serie de sanciones económicas muy concretas.

Aun así, Taiwán es un país bastante desarrollado. Sus niveles de pobreza no superan el 2%. Su inflación tampoco supera los dos puntos porcentuales promedio al año. Está en el puesto 27 del Índice de Desarrollo Humano (IDH), y en el puesto 21 en cuanto al tamaño de su economía. Teniendo a su lado a uno de los dos países más poderosos del mundo, amenazándola y bloqueándola constantemente, no tiene quejas. Sigue creciendo.

Por el contrario, mientras Taiwán es un ejemplo de una economía próspera a pesar de la amenaza de un estado “imperialista” a pocas millas de distancia, con Cuba ocurre todo lo contrario. Cuba alcanzó en 2023, según diversos informes independientes, el 88% de pobreza, su inflación superó el 40%, está en el puesto 83 del Índice de Desarrollo Humano (IDH), y su PBI per cápita no es ni la quinta parte del de Taiwán (y usando las sospechosas cifras oficiales).

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¿Por qué puede ocurrir algo así? Es sencillo: Cuba y Taiwán, dos islas geográficamente distantes, pero con proximidades a las dos más grandes superpotencias (EE.UU. y China), con modelos político-económicos contrastantes: socialismo en Cuba y libre mercado en Taiwán. A pesar de enfrentar sanciones —crecientes desde China y en vías de reducción desde EE.UU.—, la disparidad en el desarrollo económico entre ambas naciones sugiere que las sanciones no son el factor determinante, sino más bien la naturaleza de sus sistemas económicos.

En contraste con la Revolución Cultural en la China comunista, Taiwán optó por reformas políticas y económicas liberales. Inició un proceso de apertura de mercados, fomentó la empresa privada y evolucionó hacia una democracia. A pesar del bloqueo político chino y sus sanciones económicas, Taiwán ha desarrollado una economía floreciente, destacándose en la producción de tecnología, especialmente de semiconductores. Su enfoque en la libertad económica la coloca como la sexta economía más libre según el Índice de Libertad Económica.

En contraste, Cuba se aferró a las doctrinas socialistas de Fidel Castro, expropiando tierras y empresas. A pesar del respaldo soviético durante décadas, la caída de la URSS llevó a Cuba a una profunda crisis en los años 90. La dependencia del petróleo venezolano posteriormente condujo a otra crisis cuando el modelo socialista falló en Venezuela. La persistencia en un modelo anticuado ha sumido a Cuba en una crisis económica, con una gran proporción de su población en extrema pobreza, desencadenando recientes protestas.

La disparidad económica entre Cuba y Taiwán no puede atribuirse a algún inexistente “bloqueo”, como sugiere el régimen cubano y muchos analistas en Latinoamérica y Perú, sino más bien a las elecciones políticas y económicas de cada nación. Mientras Taiwán abrazó el capitalismo, la libertad económica y la democracia, Cuba se aferró al socialismo, llevándola a la miseria.

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