“Nací 100% en una familia que me dio privilegios. Tuve acceso a la buena educación, pero también era una familia cuyas raíces si venían desde abajo”. Cuenta Verónica, retrocediendo a 1930, que su abuelo paterno nació en Ayacucho y que logró terminar allí la primaria y, sin embargo, tuvo que migrar a Lima para seguir estudiando. Tras pagar con su trabajo de obrero sus estudios, incluso en la Universidad de San Marcos, consiguió sus primeros trabajos como contador llegando a ser empleado de Richard O’Custer, lo que le permitió poner a sus hijos, es decir al papá de Verónica y a sus tíos, en el colegio Pestalozzi. “Esa historia siempre la he tenido en la cabeza. La educación fue el factor diferencial para mi abuelo y lo mismo pasó por el lado de mi abuela, que por el esfuerzo de su papá, que era un coronel de la Policía, y pudo tener una profesión cuando eran tres mujeres en la San Marcos. De hecho, allí se conocieron”, cuenta con mucho orgullo.