“Comunicar acciones es relevante, pero comunicar intenciones es altamente peligroso para la reputación de la empresa. Una intención por sí sola puede estar motivada en el impacto positivo, pero no vamos a saber si realmente tiene impacto positivo hasta que este se diseñe e incorpore en la acción. Comunicar intenciones sueltas es el camino más rápido al “infierno” de la sostenibilidad: el greenwashing”, indicó Raquel Robleda, Gerente de Expansión del Pacto Global para AméricaLatina y el Caribe, quien moderó la discusión.