“Si le quitáramos todas las cifras, ¿realmente cuántas ideas y cuántas páginas quedarían? Fue como un trabajo escolar hecho para un maestro que califica por el número de páginas”. (Foto: Presidencia)
“Si le quitáramos todas las cifras, ¿realmente cuántas ideas y cuántas páginas quedarían? Fue como un trabajo escolar hecho para un maestro que califica por el número de páginas”. (Foto: Presidencia)

Para tener tan poco que decir, digamos que lo dijo bien largo. La sorpresa fue que, a pesar de los comentarios anteriores respecto a que debíamos esperar anuncios realmente importantes y hasta disruptivos, no hubo en el discurso algo especialmente destacable. Si le quitáramos todas las cifras, ¿realmente cuántas ideas y cuántas páginas quedarían? Fue como un trabajo escolar hecho para un maestro que califica por el número de páginas y no por la calidad de la tarea.

Entre las cosas que se lamentan, aunque no necesariamente llamaron la atención, está la casi ausencia de la importancia de la inversión minera como impulsora del crecimiento económico. Mala señal para la minería, pero también para la inversión privada en general, salvo en el caso de los proyectos realizados mediante asociaciones público-privadas. Contrasta positivamente con esto, sin embargo, el énfasis puesto en la importancia que tiene para el Perú su integración al mundo. En este aspecto, no solo fueron relevantes las menciones a la Alianza del Pacífico y el APEC, sino también el hecho de que, además de las lenguas originarias, se promovería la enseñanza de inglés en las escuelas.

Fueron 72 páginas de cifras bastante desordenadas: mucho énfasis en el asistencialismo, los programas sociales y obra pública; nuevamente, poco en la inversión privada en grandes proyectos, salvo tal vez el destrabe de algunos proyectos, como la Línea 2 del Metro, y la irrigación de Majes Siguas, que, junto con Chavimochic, mereció unos minutos en la enumeración de logros y buenos propósitos.

Una sorpresa fue el guiño que le hizo al alcalde de Lima con relación al cierre de brechas de infraestructura, especialmente en un momento en que el alcalde está tomando medidas que ahuyentarán la inversión en ese sector.

Entre lo positivo del discurso (además de que finalmente concluyó) están el cambio, mediante la omisión, respecto a su posición cuando era candidata con relación a la Asamblea Constituyente, lo cual sus excompañeros de partido no le perdonan; esto da cierta estabilidad al país, especialmente en un momento en el que un miembro de la nueva Mesa Directiva del congreso juró por una nueva Constitución.

A pesar de haber sido parte de este, no solo como vicepresidenta sino también como ministra, no tuvo reparos en condenar la corrupción del gobierno anterior, desligándose totalmente del mismo.

Este ha sido el discurso de una persona que está pensando en quedarse hasta 2026, no de un gobierno de transición. Así que, a prepararse, si con solo ocho meses de gestión pudo hablar más de tres horas, veremos qué pasa cuando tenga que dar cuenta de un año completo de gobierno.