“Aplaudámonos porque la admiración es el antídoto contra la envidia y la miseria”. (Foto: Andina)
“Aplaudámonos porque la admiración es el antídoto contra la envidia y la miseria”. (Foto: Andina)

Los sueños y la admiración, vividos o sentidos con profundidad, harán del Perú un país grande y transformarán su sociedad.

El contenido del artículo de Anthony Laub, Propiedad Universal: una idea atrevida y revolucionaria, es uno de esos sueños. Desde su publicación revolotean sus ideas en mi cabeza e incrementa mis ganas de luchar por el Perú e imaginar una cuenta que recaude rentas anuales de los recursos naturales del Perú y el porcentaje de los cánones de explotación de dichos recursos, ambos divididos en montos iguales, para cada uno de los ciudadanos.

Sueño en que parte del dinero recaudado se invierta para favorecer a las generaciones del futuro, que recibirán los beneficios de las explotaciones presentes y venideras de los recursos naturales del Perú.

Alucino cuando el autor dice: “No es propiedad privada ni pública. A diferencia de la pública, las rentas pertenecen a los ciudadanos, no al Gobierno, y difieren de la privada, en que este derecho no puede ser transado, poseído por corporaciones o concentrado en pocas manos. Es propiedad universal, individual, inalienable y perfectamente igualitaria”. Aquí es cuando me paro para decir en voz alta. ¡Bravo, Anthony, bravo!

Así, conmovido, pienso en la idea de Laub que plantea que los recursos de la naturaleza sean como una herencia, de modo que quienes se beneficien explotándolos paguen a los demás, igualitariamente, entre todos los ciudadanos. Me ilusiona esa fuente sólida de un ingreso básico y universal, que no dependa de la tributación ni del Estado.

Y se redobla mi admiración cuando leo: “La propiedad universal es una idea revolucionaria (…). Ayudaría a avanzar en igualdad y libertad trayendo a todos los ciudadanos a un punto común como copropietarios de nuestros recursos, tendiendo puentes en eso que hoy nos separa”.

Tengo muchas personas a quienes admiro y pienso que son más capaces que yo. Laub es una de ellas. Que alegría que así sea. De ellas me place su éxito, su riqueza y su trabajo.

Siendo consecuentes: Vaya también mi aplauso al elogio de la admiración que hizo el congresista Nano Guerra García en su reciente intervención sobre quienes somos los que generamos ingresos para el Estado.

Aplaudámonos porque la admiración es el antídoto contra la envidia y la miseria, así como el credo de las personas de bien.


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