Martín Fariña, presidente de la Oritel.
Martín Fariña, presidente de la Oritel.

Martín sonríe cuando recuerda. ¿La primera evocación? Su suegra, que era atendida en la s, en Arequipa. Luego, un niño que allí conoció entre visita y visita.

Con el pasar de los años, comenzó a involucrarse en la organización de la Teletón hasta llegar a ser elegido presidente en la Organización Internacional de Teletones (Oritel) el año pasado.

Así, desde un sillón, sentado en una de las salas de la Bolsa de Valores de Lima, Martín Fariña recuerda y cuenta cómo la Teletón permite recaudar dinero y en favor de los niños con discapacidad que más lo necesitan.

¿Cuál es el objetivo de la Teletón?
Desde hace más o menos nueve o diez años hubo un relanzamiento de la Teletón y poco a poco hemos visto cómo ha evolucionado y cómo los peruanos de todo el país han comenzado a entusiasmarse. Los objetivos de la Teletón siempre son unir al país, fomentar la solidaridad, sentirnos orgullosos de ser peruanos y aprender a ponernos en la situación de otros, como Yunder (el niño embajador de la Teletón 2018) o la mamá de Yunder.

¿Cuántas empresas esperan que participen?
Siempre ha estado el Banco de Crédito. También Inkafarma, que este año ha venido con mucha fuerza. Nunca hemos tenido tantas farmacias en todo el país. Por otra parte, los voluntarios de Plaza Vea y Promart nunca han sido tantos ni tan entusiastas. Nunca hemos tenido a una entidad como Caja Arequipa, que apoye de manera tan grande. Ellos están dando tres soles por cada sol que done su cliente. Nestlé también ha venido con un súper reto de Sublime. En San Juan de Lurigancho, por ejemplo, a veces aparecen empresas no tan chicas que vienen a donar.

La recaudación del dinero debe ser un proceso complejo. ¿Cómo la gestionan?
Ahora, la vía electrónica es de donde viene la gran mayoría de donaciones, o directamente a través de recaudadores, como Inkafarma o Plaza Vea, que lo transfieren a La Fiduciaria. Desde que se empezó la Teletón, la cuenta no está ni en la fundación Teletón ni en San Juan de Dios, está en La Fiduciaria, que es la empresa de fiducias más grande del país. Los dueños son Interbank, el Banco de Crédito, Scotiabank. Ellos son los que tienen la cuenta recaudadora. Por eso se tiene que presentar todo un presupuesto a La Fiduciaria para que ellos desembolsen el dinero una vez que lo aprueben. Ese es un mecanismo importante que nos ha ayudado a inyectar transparencia.

¿Cómo se aseguran de que, aún con presupuestos, hubo un buen gasto?
Justamente al tener La Fiduciaria, que controla los fondos, y el Banco de Crédito, donde se depositan los fondos, nos ayuda a estar tranquilos respecto a que ese dinero va a estar a buen recaudo. Además hay que tener en cuenta que PwC, una de las cuatro auditoras más grandes del mundo, audita a la fundación, que también está supervisada por el Estado. Aparte, San Juan de Dios hace sus propias auditorías. Entonces, sí le hemos puesto todos los blindajes. Cada factura que se emite se sube a la página web de la fundación.

¿Y no les ha atraído la posibilidad de rentabilizar lo recaudado?
Somos muy cautos. La misión es asegurarnos de ayudar a los niños peruanos en situación de pobreza con una discapacidad. Apostamos por los depósitos a plazos, con bajas tasas, pero muy seguros.

¿Cuál es la estrategia que usan para captar cada vez más recursos?
En los últimos años, lo que hemos tratado de hacer es meterle mucho punche a provincias. El padre Isidro Vásquez ha estado viajando por varias ciudades del país, ha hablado con los medios y las empresas locales. Eso nos ha ayudado mucho. Otro aspecto es el avance de obras. Hoy, la ciudad que más recauda después de Lima es Piura. No es coincidencia que el último Instituto de Rehabilitación Teletón esté en Piura. Entonces, la gente ve los resultados y dona más.

¿Y cómo distribuyen los  recursos?
El 50% del dinero que se recibe se utiliza para infraestructura, lo cual incluye equipos. En los últimos tres años, el dinero se ha destinado al instituto en Piura, y antes a la construcción del Hospital San Juan de Dios en Cusco. Otra parte se utiliza en becas de salud, que incluyen desde una operación de columna, que puede costar 150 mil soles, hasta una consulta básica. Algunas becas son al 100%, pero otras al 25%. Y alrededor del 20% de lo recaudado se utiliza para pagar sueldos o armar el evento.

¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante?
Uno muchas veces piensa que el enfoque es solo en los niños, pero en realidad el enfoque va también a las madres. Por ejemplo, acá veo feliz a Yunder. Sin embargo, donde está la lucha y se ven personas aguerridas es en las mamás de los ‘Yunders’. Cuando uno va a la clínica, ve mucho. Cuando las mamás llegan a las ocho de la mañana en taxis, mototaxis, caminando, para que sus hijos se rehabiliten, eso da mucha fuerza. Para mí eso es una inspiración. La mamá de Yunder es de una zona alejada de Huancavelica. No sabe hablar bien español, es quechua hablante. No conocía Lima y se demora dos horas en ir hasta la clínica. El amor por su hijo es espectacular.

¿Cuándo comenzará la organización de la próxima Teletón?
Dependiendo de cuánto se recaude, la gran próxima decisión es adónde va a estar el nuevo centro. Una opción es que sea en provincia. Huancayo puede ser un caso perfecto. Si tuviéramos un centro ahí, la mamá de Yunder no hubiera tenido que venir a Lima. Por otro lado, dado que la clínica se construyó hace décadas, el niño de una mamá en Villa El Salvador o Pachacámac es difícil que sea rehabilitado por el tráfico. Entonces, otro de los sueños es hacer otros centros de rehabilitación en Lima Norte y Lima Sur.

Autoficha
“Soy Martín Fariña, presidente de la Oritel. Comencé a meterme en el mundo Teletón cuando estaba en Arequipa. Mi suegra estaba en la Clínica San Juan de Dios en Arequipa y los hermanos la cuidaban muy bien. Yo iba con mis hijas a visitarla y poco a poco comencé a ver a los niños Teletón”.

“Recuerdo a uno de los niños, que no tenía dentadura y me trataba de morder. Poco a poco me fui uniendo hasta que ahora soy presidente de la Oritel. Para mí es una bendición. El ejemplo de las madres me llena de entusiasmo, tanto en el trabajo que tengo, como en la vida familiar”.

“Eventualmente, tendremos que hacer más de un microcentro en Lima. Deberíamos tener varios. Tenemos que ir adonde están los niños y las madres Teletón. El reto es dónde rentabilizar socialmente la compra de infraestructura y equipos, aparte de completar la inversión en Piura”.