Las empresas necesitan de la inversión privada y un clima estable, señala el columnista. Foto: Produce.
Las empresas necesitan de la inversión privada y un clima estable, señala el columnista. Foto: Produce.

“Señor presidente, este es el pueblo representativo, la clase C,D de la población, el pueblo productivo (...) no necesitamos bonos, dádivas ni regalos, solo una política de Estado que promueva el desarrollo de las mipymes”. Esto le dijo, cara a cara, Román Miu, de la plataforma de gremios del comité de la al presidente Pedro Castillo en el seminario de del 24 de noviembre pasado.

Para la esas palabras reflejan bien el sentir de los micro, pequeños y medianos empresarios que fueron los más afectados no solo por la pandemia, sino también por el mal manejo de la misma.

Veamos: 25 de cada 100 mipymes dejaron de operar, unos 5 millones de sus empleados perdieron su trabajo y, a la fecha, aún 700 mil de ellos no lo recuperan. Programas como Reactiva Perú y FAE-mype impactaron en una minoría, por barreras de acceso y falencias en su diseño.

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Así, las mipymes quedaron a la espera de medidas del nuevo gobierno de Pedro Castillo. Pero 120 días después, no hay ninguna concreta. Al contrario, el clima de inversiones y confianza empresarial está debilitado por la inestabilidad política generada por las cuestionadas designaciones de puestos de confianza, polémicas declaraciones de ministros y planteamientos de reformas o medidas que amenazan la inversión y la estabilidad jurídica.

Las mipymes son importantes en América Latina y aún más en Perú, pues es el segmento que conforma el 99.5% de la estructura empresarial, aporta al 64% de la inversión privada, su producción asciende a S/178 mil millones y representa el 25% del PBI peruano. Pese a los enormes retos de productividad, son capaces de generar alrededor de 9.3 millones de puestos de trabajo y emplear al 60% de la población económicamente activa ocupada.

Régimen tributario castiga a Mipymes

El régimen tributario actual castiga el crecimiento e incentiva la atomización de las pequeñas empresas. Pasar de un régimen a otro dispara sus costos e implica un gran salto en el pago de impuestos. Aun así, aportan más de S/1,500 millones en impuestos.

Para Lucero Martínez, economista de la Asociación de Contribuyentes, se avizoraba esta situación, pues ninguno de los planes de gobierno de Pedro Castillo hablaba de atender los problemas estructurales de las mipymes. “El equipo (ministerial) del presidente puede diferir en personajes del equipo que lo acompañó en la campaña. Sin embargo, sus planes no difieren en lo absoluto. A lo mucho, conocemos del plan de impulsar compras estatales a las mypes, que ha sido un saludo a la bandera por el exceso de burocracia. Nada sobre desburocratizar este proceso, hacer atractiva la formalización y crear programas para quienes no tienen historial crediticio”, apuntó.

La necesidad de un trabajo conjunto

as empresas necesitan de la inversión privada y un clima estable. Ningún sector ni actividad económica es independiente entre sí ni de su contexto. Las mypes necesitan de las medianas y grandes empresas, principalmente de las que tienen más peso en la economía (construcción, industria y minería).

Por el mecanismo de subcontratación, las mypes son los principales proveedores de la mediana y gran empresa. Obtienen trabajo de ellas y también satisfacen el consumo interno. Este círculo virtuoso no se da por inercia ni piloto automático. Urgen un gobierno y gente detrás capaz de gestionar.

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