Melisa Velásquez es la reina del reciclaje de chatarra.
Melisa Velásquez es la reina del reciclaje de chatarra.

De pronto, una mañana fue nombrada gerente de la empresa familiar. “¿Qué cosa se hace aquí?”, se preguntó la joven de 18 años. No sabía nada sobre esa alta función. Fue una contingencia: su madre la colocó en el puesto porque había sido víctima de infidelidad; para proteger a sus hijas, la empresa pasó a nombre de Melisa y su hermana.

Hoy Melisa Velásquez ha sido coronada como la reina del de chatarra. Literalmente, la basura transformó su vida y la de su familia, transformación que ella lideró a partir de una crisis familiar y la precariedad económica. En su proceso de formalización y capacitación, recibió apoyo de empresas como Siderperu.

Tiene dos locales de comercialización de reciclaje, ya apunta a exportar residuos y busca expandir su rango de acción. Economía circular y compromiso con el medioambiente.

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Has heredado el negocio del reciclaje.

Mi abuela trabajaba en la Municipalidad de Lurín, ahí es donde ven el potencial del tema del reciclaje. En ese tiempo todavía no se reciclaba.

Y empezaste a los 13 años.

Mi papá era conductor de la Municipalidad de Lurín, él trabajaba en limpieza pública. Y veía que todos los recicladores llevaban sus residuos, su basura al relleno sanitario y nadie reciclaba. Entonces, vio ese potencial. Te hablo del año 2008. Vio que alquilaban un local, conversó con mi mamá y se lanzó.

Tu madre no dijo “¿cómo vas a recolectar basura?”

No, porque mi abuela ya trabajaba en la Municipalidad de Lurín y ya tenía sus camiones de limpieza pública, y ahí también vieron la idea de por qué no reciclar estos residuos. Era una idea que también nos iba a sostener a nosotros como familia. A mi mamá le gustó. Incluso, ella se dedicó a comprar residuos día y noche, y con eso trabajó durante muchos años, hasta que llegó la pandemia y dejan el negocio a mi cargo, porque tuvieron miedo de enfermarse.

Pero ya estabas involucrada desde los 13 años.

Desde chica yo le ayudaba a mi mamá. Por ejemplo, yo pesaba los materiales, porque nos dedicábamos a comprar a los recicladores de la calle, a las empresas, en toda la zona de Lurín. Era chatarra pesada, chatarra liviana, cartones, plásticos, metales, vidrio, de todo.

¿No te mandaron a jugar en vez de trabajar?

No. La verdad es que a mí también me gustaba sacar cuentas, pagar, tener dinero. En la mañana me dedicaba al negocio y en las tardes a estudiar en el colegio.

Tuviste una adolescencia diferente.

Maduré muy rápido. Y mi mamá siempre me impulsaba que tenía que trabajar. Además, a los 15 años salí embarazada y en ese momento dejé los estudios; y me dediqué a mi hijito y tenía que trabajar, si no, qué cosa le daba a él. Estaba en tercero de secundaria.

¿Volviste al colegio?

Volví después de dos años y terminé en un colegio acelerado. Entré a la universidad, pero no llegué a terminarla. Hice diplomados para aprender el tema empresarial, porque yo no sabía nada de empresas. A mi papá le gustaba trabajar de manera informal y en ese momento fue muy duro ponernos de acuerdo. Pero a la par conocimos a un ingeniero, un gran amigo que hoy es el asesor de la empresa, y él nos ayudó a formalizarnos. Y así visitamos Siderperu y empezamos a entregar la chatarra de manera directa a ellos, y así empezamos a trabajar de manera directa con las grandes empresas.

¿Cómo trabajaban antes?

Con intermediarios. Venía un informal y vendías sin documentos, sin nada y se ganaba menos. Actualmente, trabajamos con empresas y con recicladores pequeños, medianos, como los que ves en la calle con triciclos. En nuestro local tenemos la balanza y nosotros compramos. Almacenamos y vendemos al por mayor.

Melisa Velásquez es la reina del reciclaje de chatarra.
Melisa Velásquez es la reina del reciclaje de chatarra.

Historias como la de tu familia, incluso, ya se han retratado en telenovelas: hacer un imperio de la basura.

Y es que algunos dicen: “¿Qué es eso? Eso es basura, no vale”. Lo desechan y lo botan. No estamos criados con la cultura del reciclaje, a mis hijos les enseño a reciclar y les doy su propina y ahorran. No todo es botar porque los rellenos están colapsando. Incluso, muchas empresas no saben y sus residuos los llevan a disposición final; sin embargo, hay residuos que se pueden rescatar y reutilizar.

¿La cultura del reciclaje ha mejorado en algo?

Al menos en Lurín veo que esa cultura no hay. Eso tiene que coordinarse con las municipalidades, así como trabajan las municipalidades de Surco, de San Borja, donde bajan los arbitrios a cambio de tu reciclaje.

¿Cómo influyó en tu vida ser madre a los 15 años?

Familiares y amigos me dicen que me he perdido la adolescencia. Pero hoy veo a amigas que de repente no tienen trabajo. Mi mamá me enseñó bastante porque ella con cinco hijos salió adelante. Una mujer luchadora. Y la verdad es que mi hijo me ayudó bastante a madurar, a ser valiente, perseverante. Y también si en ese momento no trabajaba, qué comíamos.

¿En el mundo del reciclaje ser mujer fue complejo?

Sí, hay machismo. “Esa mujer qué va a saber de reciclaje”, dicen. Pero tengo la experiencia desde los 13 años. Muchas veces yo hago la visita técnica a las empresas y yo misma veo los residuos y empiezo a cotizarlos.

¿Cuál es el valor de basura?

La basura es oro (ríe). Con la basura se pueden hacer muchas cosas. Es conocimiento.

AUTOFICHA:

-“Tengo 32 años. Nací en Lima, en El Agustino. Mi mamá ha vivido en La Victoria. Nos fuimos para Lurín porque mi abuela le dio una casa a mi mamá, porque no le gustaba vivir con la suegra (ríe). Cuando asumí la empresa empecé a estudiar diplomados”.

-“Llevé cursos de gestión de pequeños negocios y eso me abrió la mente. Poco a poco, hice un diplomado en Administración de Empresas, otro en Gestión de Ventas, Gestión e Innovación Comercial. Intenté estudiar Ingeniería Ambiental, pero no lo llegué a terminar”.

-“En un momento empezamos a recuperar material de segunda: salían recortes de planchas, ángulos, tubos y eso lo vendíamos como pan caliente. Ahí vimos otra visión de negocio y empezamos a abrir otros locales donde se vende fierro. Y mis dos hermanas menores se dedican a eso”.


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