Liliana Alvarado, directora de la Escuela de Postgrado de la UTP.
Liliana Alvarado, directora de la Escuela de Postgrado de la UTP.

Las becas son para hombres. Así le respondieron cuando se presentó a una oportunidad de estudios en Holanda en una especialización en temas hidráulicos. Ella estaba sobre los 20 años y era parte de la promoción de Ingeniería Civil de la , conformada por tres mujeres y 150 hombres.

Un doctorado en Administración con énfasis en marketing le abrió las puertas a un mundo distinto. “Sí era cierto que podía hacer lo que quisiera desde el lugar que quisiera”, dice Liliana Alvarado, miembro del Comité de Diversidad de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP) y directora de la Escuela de Postgrado de esta casa de estudios, que ha sido reconocida por segundo año consecutivo como la mejor universidad en del sector educación en el Perú, según el ranking PAR 2020.

Antes de la salía de casa a las 6 de la mañana y, si dictaba clases, llegaba a las 11 de la noche. Hoy lleva nueve meses confinada en su casa de playa. “Amo a mi esposo, él tiene 70 años y lo estoy cuidando muchísimo porque tuvo un cuadro de derrame cerebral, pero lo ha superado”, revela la esposa, la abuela, la madre, la ingeniera civil, una mujer adelantada a su tiempo.

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-¿Es cierto que su madre la levantaba a las 5 de la mañana para estudiar juntas?

Uf, claro. Mi mami era muy exigente conmigo. Quería que yo sea la primera de la clase, pero yo era un poco rebelde. Ella trabajaba de profesora, llegaba tarde, era directora de un colegio, y no regresaba a mi casa hasta las 8 de la noche. Entonces, me repasaba a las 5 de la mañana para asegurarse de que yo había estudiado. Pero sabes qué, también era una persona muy intuitiva, porque era muy exigente conmigo, pero menos exigente con mi hermana. Todas las personas somos diferentes.

-¿Diría que su madre y usted se adelantaron a su época?

Yo era muy buena en matemáticas y mi mamá no me dijo: “Vas a estudiar Administración”, que eran las carreras que las mujeres estudiaban. O que sería profesora. Me dijo: “Tú eres muy buena en números, serás ingeniera y vas a estudiar en la UNI” (alza la voz). Sin yo saberlo, ella rompía un paradigma. Me decía: “Tú vas a llegar hasta donde tú creas que puedes llegar. Yo quiero que seas lo que tú quieras, pero de las mejores”. Incluso hoy, la ingeniería está pensada que es una carrera de hombres. Todavía hay que luchar con estos sesgos inconscientes. Yo vengo de trabajar en un imperio de mujeres durante muchos años: a los 22 años entré a trabajar a Yanbal. Y ojo, también es un paradigma: a uno le encanta trabajar con personas que son como uno, y eso no es bueno ni para la inclusión ni para la diversidad. Lo he ido entendiendo en el tiempo. Se dice que la mujer se compromete más, que le pone más cariño, y eso también es un paradigma.

-¿Qué implica ser la mejor universidad en equidad de género?

Primero, un orgullo. Segundo, hay mucho trabajo atrás. Y el convencimiento de que nuestra cultura de inclusión y equipos diversos hace que las decisiones sean mucho más eficientes. Participar en este ranking PAR nos brinda la oportunidad de descubrir nuestras oportunidades de mejora en todo aquello que estamos haciendo por la inclusión y la diversidad. Conocer buenas prácticas fortalece nuestro proceso de mejora continua.

-¿Pero cómo es una universidad donde hay equidad de género?

Es una universidad donde todas las voces son escuchadas. Donde, por ejemplo, la rectora es mujer, donde yo soy la directora de la Escuela de Postgrado. En casi todas las escuelas de posgrado en las universidades del Perú son hombres los directores. Quien maneja las finanzas de la organización es mujer. Tenemos el paradigma de que el hombre es quien maneja muy bien los números.

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-¿Está bien que las organizaciones comiencen, aunque sea forzadas por una cuota de género, a ser más inclusivas?

Yo creo que sí. Tener la presencia es importante, pero también lo es reforzar la autoestima de la persona que está ahí, porque algunas veces los hombres que participan contigo te miran pero no escuchan lo que dices. Por ejemplo, en la UNI yo tenía que estudiar mucho más de lo que estudiaban mis compañeros para demostrar que podía igual que ellos.

-¿La equidad de género debe ser la base de cualquier organización?

Las mujeres piensan de una manera y los hombres de otra. Nosotras tenemos unas competencias y los hombres desarrollan otras. Las competencias de hombres y mujeres son complemento. Por lo tanto, es vital que exista paridad de género en una organización para avanzar mucho más rápido, para llevar las cosas a otro nivel. Por ejemplo, en la UTP a nivel de administrativos somos 50/50 y a nivel docente hay 37% de mujeres; por eso trabajamos mucho contra los sesgos inconscientes de las personas que reclutan.

-¿Y cómo está el panorama de paridad en las universidades?

Hay muchas mujeres trabajando en las universidades, pero pocas mujeres en los niveles superiores.

-¿Cuál es el futuro de la universidad como institución?

La educación es la base del progreso de un país. Y lo más importante es la educación por valores. Como docentes podemos tener tres mentalidades. Una es fija, que dice que llegas hasta donde tus habilidades te lo permiten. Una mentalidad de competencia, que dice que mientras más practicas viendo lo que hacen los demás, puedes avanzar. Pero hay una mentalidad de innovación, es la que te lleva a pensar de manera diferente, que tiene mucho que ver con lo que hoy día las universidades y docentes tienen que hacer. El alumno no aprende de lo que tú le dices, porque eso está en todas las páginas de internet; aprende de lo que tú has hecho o haces, de tu experiencia. Hoy no se aprende con la idea de que la letra con sangre entra. Las clases tienen que ser motivadoras, entretenidas. Hoy compites con el celular, las páginas web, el internet respecto a la atención del alumno, donde el alumno aprenda haciendo no escuchando.

-Sin embargo, usted se ha formado en la obediencia. ¿Hoy es un valor caduco o debe revalorarse?

La obediencia es un tema del pasado. Hoy se trata de establecer límites y de ser muy consciente de explicarles a las personas por qué hacer las cosas y escucharlas, el refuerzo positivo. Necesitamos una cultura de la motivación, de la comunicación.

-Luego de tantas barreras superadas, ¿hoy a qué barreras se enfrenta?

Hay que luchar contra muchos paradigmas, como pensar que una persona de 70 u 80 años ya no puede aprender. La plasticidad del cerebro te lleva a que puedas aprender y adaptarte a cualquier situación. La curiosidad que me inculcó mi madre es la que lleva a las personas a trascender, a hacer cosas diferentes, a lograr resultados distintos y a que las personas de verdad se convenzan de que sí podemos lograr resultados distintos. Al equipo le digo: no solo hay que ponernos en los zapatos de la otra persona; te tienes que quitar tus zapatos y recién ponerte en los zapatos de la otra persona.

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AUTOFICHA:

- “Mi nombre completo es Liliana Alvarado de Marsano. De Marsano es por mi esposo. Nací en Lima, tengo 65 años. Acabé el colegio e ingresé ahí mismo a la UNI, terminé mi carrera en nueve ciclos. Inmediatamente después, estudié la maestría en ESAN”.

- “Trabajé 16 años en el grupo Belcorp. Pasé a trabajar a la UPC y estando ahí me invitaron a estudiar un doctorado. Seguí muchos cursos de especialización, como uno en Neurociencia. Pero lo que más me ha enseñado en la vida es criar a mis hijos y ver ahora a mis nietos”.

- “Mi primer libro fue Brainketing. El marketing es sencillo; conquistar el cerebro de las personas es lo difícil. Trabajo en otro libro, que tiene que ver mucho con las emociones y las sensaciones. Y trabajo feliz, apoyando a la UTP a cumplir con su propósito, que es dar acceso a educación de calidad”.

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