Un total de 6.2 millones de empleos se perdieron en la cuarentena de 2020, principalmente entre microempresas y trabajadores independientes.  Fotos: Jessica Vicente/@photo.gec
Un total de 6.2 millones de empleos se perdieron en la cuarentena de 2020, principalmente entre microempresas y trabajadores independientes. Fotos: Jessica Vicente/@photo.gec

La percepción de varios analistas es que esta de 15 días será más “relajada” que la que nos impusieron entre marzo y junio de 2020. Y pareciera que lo dijeran con un tono de crítica. Sin embargo, cualquier confinamiento y prohibición de actividades comerciales genera un impacto tremendo en la gente, especialmente en los más pobres.

Según la Asociación de Contribuyentes del Perú, las cuarentenas totales entre abril y julio de 2020 destruyeron más de 6.2 millones de puestos de trabajo y, además, no frenaron los contagios.

En , las microempresas fueron las más afectadas, y dos de cada tres trabajadores de este rubro perdieron su trabajo. En el caso de las grandes empresas fueron uno de cada tres. Por lo tanto, es de esperar que esta vez se repita el mismo efecto. Es cierto que –felizmente– muchos y negocios de comida seguirán atendiendo a puerta cerrada bajo la modalidad de “recojo en tienda”, pero esto no es suficiente. Además, hay muchas actividades comerciales menores que no podrán funcionar, así como decenas de galerías, conglomerados y centros comerciales.

Lo más triste es que el empleo en las microempresas venía recuperándose a niveles previos a la llegada del . Es decir, aun con el virus entre nosotros, nos habíamos levantado, porque el esfuerzo, la creatividad y la constancia son algo que caracteriza al emprendedor peruano.

La cuarentena también elevó fuertemente los niveles de subempleo. Los grupos más afectados por el subempleo son los hombres, trabajadores de microempresas entre 25 y 44 años, y los que solo tienen secundaria completa. Esta nueva cuarentena hará que el subempleo aumente, el cual había empezado a bajar en diciembre.

¿Qué significa estar subempleado? Si trabajas menos de 35 horas a la semana y puedes trabajar más, pero tú o tu empleador no tienen más chamba, estás subempleado. También eres subempleado si trabajas más de 35 horas pero ganas por debajo del sueldo mínimo.

La salida: las vacunas deben llegar rápido y el sector privado debe poder importarlas y venderlas a quienes pueden pagarlas. La vacunación es lo único que nos dará seguridad para dejar atrás cuarentenas, confinamientos y restricciones. ¿Se puede? Claro, pero el Estado debe aceptar el apoyo de las empresas. Inglaterra vacunó a más de 600 mil personas en tres días. ¿A cuántas vacunaremos en los siguientes tres meses? De esto depende que los peruanos volvamos a sentirnos tranquilos y seguros porque tenemos chamba y nuestras familias pueden estar en paz nuevamente. El Estado tiene la palabra.

El empleo en Lima Metropolitana
El empleo en Lima Metropolitana

Con mis aportes no te metas...

La comisión encargada de diseñar una reforma del sistema de pensiones ha planteado que los fondos que poseen las AFP retornen al Estado y que sea este quien decida cómo deben ser invertidos y clasificados.

El proyecto de ley no especifica si el sistema privado permanecerá en el tiempo, por lo que no queda claro si los ciudadanos podrán negarse a entrar en este nuevo sistema. La iniciativa tampoco aclara si el gobierno de turno puede cambiar las reglas de juego del sistema indefinidamente. Finalmente, la Sunat recaudará los fondos, con lo cual hablamos de una apropiación “fáctica” de dinero de los ciudadanos. La entidad que manejará este sistema dependerá de la Presidencia del Consejo de Ministros; es decir, estará en manos del presidente. En el Perú existen más de 7 millones de aportantes, de los cuales 4.5 millones aproximadamente aportan al sistema privado.

Vacunas: siempre unidos, nunca divididos

No hay hasta ahora una propuesta de parte del Ejecutivo o el Congreso para permitir que el sector privado pueda importar y comercializar vacunas contra el COVID-19. ¿Debería permitirse?

Sí. En Perú existen empresas que podrían comprar vacunas para sus trabajadores, con lo cual mejorarían sus condiciones sanitarias y económicas. Además, si bien es cierto que el precio de las vacunas no podría ser controlado, por cada que un peruano compra, el Estado tiene que preocuparse por un peruano menos, y podrá dedicarse con más rapidez a las poblaciones más necesitadas.