La interfaz para realizar transacciones financieras con Libra de Facebook. (Foto: Facebook)
La interfaz para realizar transacciones financieras con Libra de Facebook. (Foto: Facebook)

A mediados de junio , junto a una peña de socios de la talla de MasterCard y Visa, anunció el lanzamiento de una nueva criptomoneda destinada a revolucionar el tejido de las finanzas internacionales. Libra, como será conocida, tendrá como objetivo principal captar a las cerca de 1.7 mil millones de personas sin acceso a la banca. Sin embargo, la composición de Libra y su forma de gobierno, tendrán que ser cuestión de escrutinio por parte de las autoridades monetarias internacionales.

Las existentes como o Ethereum, carecen de instituciones reguladoras que puedan activar políticas monetarias en momentos de desajustes, para de esa forma garantizar su estabilidad y así también las de sus usuarios. En cambio, las estas monedas cotizan en los mercados como lo hace un commodity, supeditadas al sentimiento y proyecciones de los inversores, lo que explica su volatilidad epiléptica.

Pero Libra rompe con todo ello y en cambio establece una forma de gobierno federal y a la que hay que estar atento. La Asociación Libra, que estará compuesta en principio por 28 corporaciones, será la encargada de navegar a la criptomoneda a través de las borrascas financieras y ser en última instancia el órgano regente de su futuro. Libra no es una moneda descentralizada sin órgano rector, sino que más bien será controlada desde el sector privado.

La corporación que quiera integrar las filas de la asociación, tendrá que aportar cerca de diez millones de dólares, lo que le otorgará un voto en el consejo directivo. Las aportaciones de sus miembros servirán como respaldo de la criptomoneda, lo que en teoría ayudaría a mitigar el problema de la volatilidad. Es resumidas cuentas, Libra será administrada por un banco central privado que estará coaccionado a los antojos de las empresas que lo componen.

Para los fanáticos libertarios, las criptomonedas siempre significaron un bálsamo contra la implacable intromisión estatal, pues no se rigen por ninguna institución gubernamental o privada, sino solo por las personas que las utilizan. Es por ello que Libra no ha sido bien recibida en esos círculos ya que su génesis radica en el corporativismo tecnológico, que en los últimos años ha sido cuestión de numerosas indagaciones y denuncias por casos de violación de privacidad.

Whastapp y Messenger (2,800 millones de usuarios), ambas propiedad de Facebook, lubricaran a Libra hacía los sectores más marginales de la sociedad, aquella sin acceso al sector financiero pero sí propietarios de móviles con conexión a internet, pues la moneda estará totalmente integrada en dichas aplicaciones, desde donde se podrá pagar por bienes y servicios y hacer transferencias a otros usuarios.

De cuajar Libra en los intercambios económicos del día a día, una fluctuación indeseada en su cotización o en el tipo de cambio respecto a la moneda nacional, podría impactar de manera negativa a la economía y especialmente a aquellos usuarios que la integren de forma profunda en sus finanzas. Los efectos negativos que conlleva tener una sola autoridad monetaria para un conjunto de países poco sincronizados, tómese el ejemplo de la zona euro, han sido cuestión de estudio y su impacto pernicioso es irrefutable.

Algunas preguntas aún gravitan en torno a Libra. ¿Se integrará la Asociación Libra a las reformas internacionales como Basilea III? ¿Cómo resolverá el problema del blanqueo de capitales que tanto caracterizan a las criptomonedas? ¿Cuál será la política de estabilización de la misma? Solo podemos esperar que nuestras autoridades estén preparadas para cuando Libra arribe al Perú.

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