“Increíblemente aún hay gente que se reúne a celebrar “fiestas covid”, bailando y bebiendo en espacios cerrados y sin protección. Es la irresponsabilidad de quien no quiere ver ni oír, o no le importa lo que ocurre”. FOTOS GIANCARLO AVILA @photo.gec
“Increíblemente aún hay gente que se reúne a celebrar “fiestas covid”, bailando y bebiendo en espacios cerrados y sin protección. Es la irresponsabilidad de quien no quiere ver ni oír, o no le importa lo que ocurre”. FOTOS GIANCARLO AVILA @photo.gec

El domingo anterior a la Semana Santa, la calle estaba casi vacía: pocos caminaban, algunos en bicicleta. Sin embargo, un sonido que solía ser anuncio de felicidad de infancia se repetía de rato en rato: la bocina del heladero. Esta vez, sin embargo, la sensación que generaba no era de alegría sino de añoranza y frustración. ¿Cuántos clientes podrían conseguir en ese público obligadamente reducido? Aun así, salen a pedalear, sin rendirse. Mi admiración a ellos.

El encierro de la cuarentena está causando daños a la salud mental de la población mundial. El Perú no es la excepción, pero, increíblemente aún hay gente que se reúne a celebrar “fiestas covid”, bailando y bebiendo en espacios cerrados y sin protección. Es la irresponsabilidad de quien no quiere ver ni oír, o no le importa lo que ocurre, pensando “a mí no me va a pasar”, olvidando que puede estar llevando el virus a una persona que sí se verá afectada. Y esa persona puede ser un padre o un abuelo que no se expuso voluntariamente. Al considerar una fiesta, pensemos en un ser querido sufriendo la enfermedad, sin acceso a una cama UCI; sin poder respirar. Y nosotros, observando porque no habrá más por hacer.

Cada vez que el Gobierno ordena un nuevo encierro, como el de Semana Santa, afecta la capacidad de generar ingresos de quienes viven al día. Por eso tiene que hacerse mayores esfuerzos para vacunar a la mayor parte de la población, lo cual se ve aún como una meta lejana y aunque en el resto del mundo el problema también existe, muchos países están avanzando con la vacunación a velocidad inusitada. En el Perú no se tomaron a tiempo las decisiones adecuadas; el Estado no cumplió su obligación. Cuando votemos, pensemos en quién podría haberlo hecho mejor.


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