El déficit primario alcanzó el 77.2% del PBI brasileño en los últimos 12 meses a junio, según datos del banco central. (Foto: AFP)<br>
El déficit primario alcanzó el 77.2% del PBI brasileño en los últimos 12 meses a junio, según datos del banco central. (Foto: AFP)

El control del abultado y crónico déficit fiscal será uno de los principales desafíos del futuro presidente de que saldrá de las elecciones de octubre, las más inciertas de las últimas décadas, según el análisis de varios especialistas económicos.

El sucesor del presidente Michel Temer se encontrará a partir del el 1 de enero de 2019 un país con un alto índice de desempleo -12.4% en junio pasado-, una recuperación económica en entredicho, una deuda que crece y un déficit en las cuentas públicas al alza.

Después de la severa recesión vivida entre 2015 y 2016, periodo en el que el PBI brasileño cayó un 7%, la mayor economía de Sudamérica se recuperó levemente el año pasado (1.0%), pero dejó sin resolver la cuestión fiscal, un asunto central para expertos del centro de estudios económicos de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

"No habrá la posibilidad de un gobierno mínimamente sereno si no hay un ajuste fiscal. No va a resolver todos los problemas, pero es una condición necesaria", afirmó el profesor Antonio Carlos Manfredini, de la FGV.

Según el Banco Central de Brasil, en los últimos doce meses hasta junio el sector público tuvo un déficit de 89.800 millones de reales (unos de 22.000 millones de dólares), mientras que la deuda bruta primaria alcanzó el equivalente al 77,2% del PBI.

"La fragilidad brasileña viene de esa dinámica de endeudamiento público, un problema que no es rápido de resolver y que necesitaría una reversión rápida del déficit primario", subraya el economista Clemens Nunes.

De continuar con esa tendencia, Brasil cerrará con déficit fiscal por quinto año consecutivo, cuando en 2013 el superávit era de 91.300 millones de reales (hoy unos 22.370 millones de dólares).

Una tarea nada sencilla
Para el economista Marcelo Kfoury, también de la FGV, ese deterioro en las cuentas públicas en apenas un lustro se debe a la caída en la recaudación por la crisis y a los gastos en pensiones y jubilaciones, "que subieron exponencialmente".

"Gastar un 12% del PBI en pensiones es una bomba de relojería", apuntó.

Temer intentó sacar adelante una polémica reforma del sistema de jubilaciones en la que proponía endurecer las condiciones para obtener esa prestación, pero no consiguió aprobarla por falta de apoyo en el Congreso.

Algunos candidatos presidenciales, como el socialdemócrata Geraldo Alckmin, ya han mostrado en campaña su disposición de rescatar el proyecto, otros como el laborista Ciro Gomes admiten el problema, pero creen que se puede abordar de una forma diferente.

Más rupturista es el Partido de los Trabajadores (PT), cuyo aspirante a la Presidencia, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción y virtualmente inhabilitado, recoge en su programa la revocación de todas las reformas económicas aprobadas por Temer, entre ellas un techo de gastos y una laboral.

En cualquier caso, el próximo jefe de Estado tendrá que lidiar con un Congreso muy parecido al que ya rechazó esa reforma, pues recientes estudios muestran que al menos 305 de los 513 diputados actuales en la Cámara Baja conseguirán su reelección.

Muchos de los cuales ya saben además lo que es destituir a un presidente, como hicieron a mediados de 2016 con Dilma Rousseff, por lo que la interlocución entre los poderes Ejecutivo y Legislativo será fundamental.

"El próximo presidente puede entregar mucho o todo o atenerse a las consecuencias", aprecia Guilherme Casaroes, profesor de la FGV.

En opinión de Manfredini, el presidente que salga elegido de los comicios será "débil" en la medida en los brasileños optarán previsiblemente por el mal menor en una eventual segunda vuelta y a eso hay sumarle un Congreso "fragmentado" y con pocas caras nuevas.

"Negociar con ese Congreso no será fácil. Votar las reformas tampoco", puntualiza. 

Fuente: EFE

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