El nuevo terminal de pasajeros del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez o simplemente el nuevo Jorge Chávez es probable que exija a los viajeros llegar con al menos una hora adicional de anticipación. El tráfico limeño y la ausencia de obras complementarias en los accesos imponen esta recomendación. Sin embargo, este contratiempo no opaca lo esencial: el estreno de una infraestructura moderna que, a partir del 1 de junio, transformará la experiencia de los pasajeros y acompañantes bajo un concepto que rinde homenaje a la peruanidad.
La propuesta va más allá de un espacio funcional. “No solo se trata de viajar, sino de encontrarse con lo mejor del país desde que uno cruza la puerta de ingreso. Ese es el espíritu del nuevo terminal: recibir a los pasajeros con el alma del Perú”, asegura Carolina Rubio, líder de prensa de Lima Airport Partners (LAP), la empresa concesionaria del aeropuerto.
Zona pública
Con una superficie total de 270 mil metros cuadrados, el nuevo Jorge Chávez se divide en dos grandes zonas: la pública y la restringida. La primera puede ser disfrutada tanto por viajeros como por sus acompañantes, quienes encontrarán espacios cómodos y modernos para pasar el tiempo sin necesidad de cruzar los filtros de seguridad. Desde el ingreso por el amplio boulevard peatonal del segundo nivel hasta la zona de salidas en el tercer piso, el área pública despliega una oferta pensada para todos.
Allí destacan servicios como una nueva comisaría, alquiler de autos, cabinas para dormir, módulos de orientación con servicios gratuitos como préstamos de sillas de ruedas o coches para bebés y cinco cabinas telefónicas habilitadas para llamadas a cualquier parte del mundo. “Queremos que cualquier persona que entre al aeropuerto, viaje o no, pueda disfrutar de una experiencia cómoda, útil y segura”, subraya Rubio.
En este espacio también operarán alrededor de 75 locales comerciales entre tiendas, bancos, bares y restaurantes, que en los próximos meses se ampliarán a un centenar.
Con sello nacional
Uno de los puntos fuertes del nuevo terminal es su oferta culinaria. En el patio de comidas para vuelos nacionales, ubicado en el ala derecha del edificio, destaca el espacio Perusuyo, un concepto gastronómico inspirado en la cocina callejera peruana. Mototaxi incluido, allí se puede disfrutar desde sánguches tradicionales en El Capitán hasta dulces clásicos como el suspiro a la limeña y la mazamorra en Zoila Dulce. A ello se suma Ka-pón, con una propuesta de cocina nikkei y chifa, y El Jaguar, cafetería de especialidad con estética urbana.
Además, Acurio Restaurantes tiene una presencia destacada con cuatro locales: Papacho’s, Sakamoto, Habla Broster y El Bodegón. Fridays, Ibero Librerías, Ilaria y Patapampa completan esta propuesta que busca representar, desde lo culinario y cultural, la diversidad del país.
El concepto de “peruanidad” no es solo una declaración simbólica. LAP firmó un convenio con el Museo de Arte de Lima (MALI) para incorporar piezas artísticas que refuercen la identidad nacional en el nuevo espacio. Así, en distintas zonas del terminal se exhiben esculturas de cinco animales emblemáticos en peligro de extinción de la costa, sierra y selva: el cóndor, la rana, el otorongo, la serpiente y el oso andino.
Tránsito más fluido
En la zona restringida, exclusiva para pasajeros, la experiencia continúa con altos estándares de eficiencia y seguridad. La nueva infraestructura cuenta con 39 islas de facturación y 90 módulos de check-in, cifra que llegará a 120 hacia fin de año. Allí se podrá hacer el registro de equipaje, pagar por maletas adicionales o consultar información sin depender de terceros.
Una vez en los filtros de seguridad, los viajeros se encontrarán con 18 tomógrafos de última generación con tecnología 3D. Gracias a ello, ya no será necesario sacar dispositivos electrónicos de las maletas. Estas máquinas procesan entre 300 y 400 piezas por hora, lo que reduce los tiempos de espera sin comprometer la seguridad.
Tras este punto, el pasajero podrá acceder a una de las 56 salas de embarque disponibles, además de disfrutar de un Duty Free operado por Lagardère y salones VIP gestionados por Airport Dimensions y Latam, entre otros.
A diferencia del anterior Jorge Chávez, este nuevo terminal ha sido concebido como un espacio en sí mismo, donde la espera puede convertirse en una experiencia. El hotel Costa del Sol, cuya nueva sede también abrirá sus puertas en junio, es una prueba de ello. Ya no se trata solo de llegar o salir de Lima, sino de disfrutar del trayecto desde el aeropuerto.
“No es una terminal fría, de tránsito rápido. Es un espacio pensado para quedarse, para encontrarse, para saborear”, concluye Carolina Rubio. Y así, el nuevo Jorge Chávez se alza no solo como infraestructura moderna, sino como el punto de partida de un Perú que se redescubre desde su propia esencia.
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