"Es el agro el que ha permitido que el Perú mantenga niveles de exportación en el sector cuando las demás actividades productivas la están pasando tan difícil".
"Es el agro el que ha permitido que el Perú mantenga niveles de exportación en el sector cuando las demás actividades productivas la están pasando tan difícil".

En el momento en que ingresábamos a Ica, nos avisaron que se renovaba la cuarentena. Pensábamos que entraríamos en una ciudad fantasma, pero las calles estaban llenas de gente y, en el camino, velorio incluido, ningún distanciamiento social. En las calles, a la distancia, se escucha el pregón de “cebolla roja y blanca; papa serranita, olluco y lechuga crespa. Zapallo, zanahoria, rocoto, pimiento rojo y amarillo”. Una y otra vez. La memoria me trajo el silbido del afilador de cuchillos de la niñez y casi de inmediato llegaron las imágenes de las gitanas a las que había que evitar porque “robaban niños”.

Simultáneamente a esta vuelta al pasado en la memoria y la carretilla, desde donde nos encontrábamos podíamos ver al agro del presente y del futuro: los trabajadores que llegan al campo, a las coloridas gorras que les protegen cara y cuello; ahora han agregado también las mascarillas. Las empresas agroexportadoras les dan charlas educativas para evitar contagios y hacen controles de salud. Si uno se cruza con ellos, el intercambio de saludos es la regla. Es el agro el que ha permitido que el Perú mantenga niveles de exportación en el sector cuando las demás actividades productivas la están pasando tan difícil. Es la agricultura que tendríamos si es que el Perú quisiera y se animara a retornar al gobierno nacional los proyectos de irrigación que incorporarían miles de hectáreas y trabajadores a la modernidad, aumentando la productividad y reduciendo la informalidad, el trabajo infantil y la pobreza del agro de subsistencia y del minifundio tradicional.

Si un piloto es exitoso, debe repetirse. La agricultura moderna ya demostró lo que se puede alcanzar.


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