Actualmente hay 368,000 venezolanos en el país, según Migraciones. (Foto: USI)
Actualmente hay 368,000 venezolanos en el país, según Migraciones. (Foto: USI)

El mundo se encuentra en movimiento. En Sudamérica, el éxodo de a diversos países ha levantado dudas y sospechas entre los más conservadores.

Solo en Perú se encuentran alrededor de 368,000 venezolanos actualmente, y la mitad son profesionales. Entonces aflora la misma pregunta que se hacían europeos y estadounidenses: ¿la llegada de inmigrantes afecta el empleo, el salario, la economía?

El Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) buscó resolver la misma incógnita, y después de 30 años de análisis, entregó un estudio que plantea algunas respuestas.

Según el reporte, publicado en el diario El País de España, los inmigrantes tienen un efecto positivo en el PBI, la recaudación tributaria y el empleo.

Naturalmente, existe un costo al recibir a miles de personas. Las demográficas se alteran y de pronto el abanico laboral creció, pero los datos muestran que, si bien en el mediano plazo se ven los resultados más claros, en un solo año también se observan avances.

Por cada 0.1 punto porcentual de incremento en los solicitantes de asilo (un punto extra en la tasa por cada mil habitantes), creció 0.28% el gasto público per cápita en el año de la solicitud.

Además, los ingresos por impuestos subieron 0.57% en el mismo período, y la tasa de paro (desempleo) se redujo en 0.08%.

En cuanto al PBI per cápita, creció 0.27%. Dos años después, se situó en 0.54%, y cinco años después alcanzó su pico de 0.59%. Tras una década se estabilizó en 0.13%.

El mismo fenómeno se repite con el resto de indicadores. A los cinco años, el gasto público crecía 0.58%; la recaudación tributaria, 1.31%; y la tasa de paro caía 0.21%.

En resumen, si bien hay una breve mejora apenas los inmigrantes ingresan al país, el impacto en el PBI recién se observa cuatro años después de su llegada.

El efecto sobre el mercado laboral es casi nulo, señala el estudio. No obstante, hay un natural desbalance en contra de los trabajadores menos calificados, producto de la nueva competencia.

De la misma forma, el empleo se termina adecuando a los cambios demográficos a mediano y largo plazo. Sin embargo, el golpe inicial se torna más evidente, pues hay gente que gana y pierde.

En el caso de los refugiados, señaló el docente de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Francesc Ortega, al diario El País de España, es diferente.

Explicó que es fácil defender la inmigración por sus evidentes efectos positivos en la economía, no obstante para los refugiados "el argumento principal no es económico, sino moral".

Por su parte, David Card, economista de la Universidad de California en Berkeley, recordó un detalle que preocupa a los países más industrializados: la pirámide demográfica.

Es conocido que Japón o varios países de Europa cada vez se hacen más viejos; en consecuencia, disminuye el valor de la mano de obra. Una inyección de valor joven al mercado laboral puede revertir esta tendencia.

"Esta idea de que un aumento de la población nos hace a todos más pobres es una vieja idea malthusiana. En realidad los economistas no creemos que esto sea cierto, pensamos que la acumulación de capital puede ajustarse al crecimiento de la población para impedirlo", explicó.