Emily Lima: “Al fútbol femenino lo miran como un costo y no como una inversión”

“En clubes, mi perfil es de competencia, pero cuando el tema es Selección, mi trabajo ha sido más el de ordenar y direccionar las cosas, como cuando recibí la invitación de la Selección de Brasil, que fue una mezcla de ambas, además de fortalecer la imagen de la mujer en el fútbol”, nos cuenta la ‘canarinha’.

Por esos nuevos galones y por el futuro que proyecta, la Federación Peruana acabó decidiendo lo mismo que la ecuatoriana (cuatro años más tarde): la contrató para organizar no solo a la Selección, sino también a todo el fútbol nacional. Aunque Emily no lo diga directamente, su destino parece ser la profesionalización del fútbol femenino en Sudamérica.

“Habiendo sido la primera mujer en entrenar a la Selección de Brasil, que para nuestro continente es la referencia, yo creo que pude abrir el camino para las nuevas entrenadoras. Últimamente, estoy empezando a creer que este es mi camino, tanto así que, dentro de algunos años, 10 o 15, mi idea es tener también alguna coordinación técnica”, agregó.

Después de la fatídica gestión de Manuel Burga, llegó la de Edwin Oviedo y, para bien o para mal, la ansiada profesionalización. La Federación dejó de tener a un presidente ‘todista’ y se comenzaron a crear las distintas áreas de atención al futbolista, al entrenador y al auspiciador, algo que la actual administración, gracias a Dios, mantuvo y replicó en el fútbol femenino.

Comparado con Ecuador, el Perú cuenta con una mejor organización y eso es algo que la nueva técnica ‘bicolor’ rescató: “Ya tenemos nutricionistas, fisioterapeutas, médicas y psicólogo... un staff casi completo, algo que nos permitirá enfocarnos sólo en la parte técnica, táctica y física, porque todas las otras áreas ya están bien establecidas y estructuradas”.

La Selección peruana femenina viene de más a menos. A pesar de que en 1998 llegó al tercer puesto en la Copa América femenina, en las últimas ediciones siempre ha ocupado el último lugar, inclusive sin sumar puntos o, en los dos últimos torneos, acumular sólo uno. Es por ello que no pueden exigirse resultado como objetivo inmediato, a corto plazo. Esta debería de ser una etapa de formación de base a la que debería sucederle, luego de consolidar esa cimientos, una de cosecha.

“Yo creo que, en selecciones, Brasil está a la cabeza, luego vienen Colombia, Venezuela, Argentina y, después, estamos nosotros. A Perú le falta jugar más, practicar más, como sucede con este deporte en muchos países. Cuanto más jueguen en la Liga, en la sub 15, 17 y 20, mejor estará la mayor”, advirtió la técnica de la Selección Peruana.

Además de la práctica, al fútbol femenino peruano también le hace falta institucionalizarse en el sentido laboral, donde, según Emily Lima, sólo “27 o 28 jugadoras tienen contrato profesional”, una cifra preocupante considerando que en el torneo nacional serían casi 200 las jugadoras sin vínculo laboral.

Según la Fifa, en el mundo de las ligas con representación colectiva (27 de 30), más de la mitad tiene requisitos de salario mínimo, a diferencia del tercio restante, que no los tiene”. Ya sabemos en cuál de los dos grupos se encuentra la Liga femenina peruana.

La Fundación de Deporte en Igualdad, de la mano con la Universidad Católica (PUCP), registra sólo un 14% de jugadoras con contrato laboral, el 40% tiene un acuerdo escrito y el 16% un contrato verbal. Además, se revela en sus investigaciones que el 82% de jugadoras reciben una remuneración inferior a S/ 500 y no todos los equipos cuentan con el auspicio de las marcas para mejorar esas retribuciones.

“Yo trabajé en una fábrica de madera y de persianas mientras jugaba en la Liga de España, que no era profesional aún, pero estaba en camino de serlo hace 20 años. Entonces, la gente tiene que tener paciencia aquí. Yo quería ser una futbolista profesional e independiente, pero no se podía porque necesitaba trabajar también”, recordó la técnica brasileña.

Sin dudas, esta situación es muy similar a la que viven las futbolistas de la Liga peruana, como -por ejemplo- Sandy Dorador, que tenía que cargar sacos de arena y jugar al fútbol por premios de veinte soles o de hasta de un “toro gordo” por campeonato para ser vendido por todo el equipo y dividir la ganancia. Casos similares abundan en nuestro ‘julbo’ femenino.

En relación con el fútbol masculino, el femenino es bastante ‘nuevo’ y, como tal, no todos los clubes, hinchas o empresas confían en él, algo que para Emily Lima necesita, lamentablemente, un “convencimiento diario, pues nos miran como un costo -y muy alto- y no como una inversión”.

Algo similar ocurre a nivel de organización, donde a veces ni los propios directivos suelen atender a su comando técnico, una desconsideración total que, felizmente, ocurre en otros lados, pero no en nuestra Federación: “Cuando llegamos, el presidente convocó a una reunión para recibirnos. Esto ya marcó la diferencia en el trato. En otras federaciones de fútbol, sólo hablas con el presidente después de dos años de trabajo”.

Finalmente, cabe resaltar que, así como Alianza Lima llegó a llenar su estadio para recibir a su equipo femenino, el resto de equipos también podría apuntar a eso por el bien de la Liga y de la construcción de este ‘nuevo deporte’ que nos puede volver a dar alegrías.

“Eso prueba que el fútbol femenino sí es rentable. El fútbol femenino es un producto que, si está dentro de una bolsa oscura, nadie lo va a conocer. Tenemos que detectar cómo Alianza Lima logró llenar su estadio en la presentación, si fue producto del marketing u otra cosa... y, bueno, s que para eso estamos aquí”, sentenció la técnica de la próxima revolución en nuestro deporte rey.