Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

Redacción PERÚ21

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Por GONZALO PAJARES 

Recordamos la entrevista que Perú21 le hizo a Richard Hidalgo en 2013, reconocido alpinista peruano que hoy fue encontrado muerto en en el Monte Makalu, la quinta montaña más alta del mundo.

Hidalgo estaba ascendiendo los 8.481 metros de Makalu como parte de un proyecto de conquista de las 14 montañas más altas del mundo sin oxígeno adicional hasta 2021, para marcar el bicentenario de la independencia peruana.

ENTREVISTA

Apoyado por Interbank y la PUCP, el montañista Richard Hidalgo se ha trazado un reto mayor: llegar a la cumbre del Everest, el nevado más alto del mundo. Ayer partió hacia Nepal en busca de ese objetivo. El Perú sube con él.

¿Esta vez sí llegarás al Everest?

¡Voy a llegar! Las montañas tienen varias rutas, y las dos veces anteriores, por falta de presupuesto, traté de escalarlo por el lado del Tíbet. Hoy estoy yendo por el lado de Nepal, el lado clásico, por donde subieron los primeros montañistas. Hay que pagar 10 mil dólares al gobierno nepalí por intentar llegar. Por esta zona, estadísticamente, hay más posibilidades de hacer cumbre porque el clima lo permite. Hoy dependo de mí, de mi entrenamiento, de mi experiencia… porque lo más importante para llegar al Everest es la experiencia. ¡Es la montaña más alta del mundo!

Te has trazado como meta subir los catorce picos más altos del mundo antes del 2021. Ya llevas cuatro. ¿Por qué el Everest no fue tu último objetivo?

Hay catorce montañas que tienen más de ocho mil metros, todas están en el Himalaya. El año pasado hice el Annapurna (8,091 msnm), la más peligrosa del mundo: tiene el 40% de fatalidad… felizmente ya no volveré (ríe). Decidí no dejar para el final al Everest para no desordenarme, para no ponerme impaciente, para no sentir la presión de dejar para el final las montañas complicadas, pues debo completar las 14 montañas hasta el 2021, cuando se celebra el bicentenario de la independencia. Además, para alcanzar las otras cumbres voy a necesitar ya no auspiciadores eventuales sino patrocinadores permanentes, y creo que el Everest me va a abrir muchas puertas; espero, después de esto, ganarme la confianza de las empresas.

Dime, ¿quién manda: tú o la montaña?

La montaña. Uno puede tener el mejor entrenamiento, el mejor equipo, la tecnología de punta –yo viajo con radar, GPS, laptop, teléfono satelital-, voy con una magnífica alimentación, suplementos, vitaminas, proteínas; ropa… todo, pero, al final la que decide es la montaña. Si vas con el perfil bajo, siendo humilde, la montaña te recibirá de buena manera.

Sin todos esos recursos, ¿igual llegarías al Everest?

La capacidad y la motivación lo son todo; quizás no tengas el equipo suficiente pero puedes 'hacer cumbre'. Por eso es bien importante el entrenamiento, que el cuerpo se acostumbre a la montaña y a la altura. Si logras esto, el éxito está asegurado.

¿Alcanzar estas cumbres te enseña a ser más humilde?

Sí. En la montaña te ves tan pequeño, tan vulnerable que tomas conciencia de que, en verdad, no somos nada. Hoy me tomo la vida con más calma y de forma más realista. Sé que somos aves de paso y, por eso, trato de disfrutar la vida, de hacer lo que me gusta.

En el ascenso has optado por lo difícil: no usas oxígeno, por ejemplo…

Más que optar por lo difícil, yo me he tomado en serio mi compromiso, los valores del montañismo. Ir con oxígeno te ayuda mucho, pero no es ético: una vez estuve varado 36 horas a 8,400 metros en mi primer intento por llegar al Everest. Las últimas fueron desesperantes: aspiraba aire pero no oxígeno. Mis amigos estaban durmiendo, muy cómodos mientras yo me sentía morir. Quería pedirle un par de chorros de oxígeno, pero me calmé, no podía traicionarme.

Has vinculado tu reto personal con el Perú…

Tengo hasta el 2021 para subir los '14' ocho mil. Yo soy guía de montaña, vivo en ella todo el tiempo, pero empezó a molestarme que nuestro país fuese un referente del montañismo mundial –tenemos la cordillera tropical más alta del orbe, la montaña más bella; aquí llegan los top ten del montañismo, somos su meta, su objetivo, una meta por alcanzar– pero no hubiera un peruano que haya conseguido este desafío. Hay un ecuatoriano que ha logrado los '14' ocho mil, ¿por qué no nosotros? Hoy buscamos esta meta un brasileño, un colombiano, algunos chilenos y yo. El Perú debería figurar en esta lista. Y puse el 2021 porque lo importante es ponerse metas a largo plazo y, también, que nos sirva para reflexionar sobre qué hemos logrado como país. Mi reto tiene apellido, se llama Perú, ya no me pertenece. Este es mi regalo para el 2021.

¿Cómo te preparas mentalmente?

Uy, eso es algo importantísimo. Como te decía antes, en esto interviene la experiencia pues las decisiones las tomo yo solo. Además, ya me visualizo en la cumbre, ya me siento en el Everest, solo falta poner mi cuerpo (ríe). Para mí, la meta ha sido cumplida.

¿Cuánto arriesgas tu vida?

Yo soy un montañista, no un suicida, yo amo la vida, quiero vivir 120 años, pero uno debe tener retos, objetivos; levantarse y preguntarse qué hago hoy. Además, se ha demostrado que en la altura la inteligencia se renueva, renace, se potencia.

AUTOFICHA

-Llegar a la cima del nevado es la mitad de la meta. Bajar es más peligroso. En la cumbre no debe haber euforia, porque si le das esta señal al cerebro, este se relaja.

-Cuando hago cumbre saco mi teléfono y llamo a mi familia. Luego, hablo con la prensa para informarle al país que la meta se cumplió.

-A más de 8 mil metros, el oxígeno se reduce en 30%. Cuando llegamos a la cina no celebramos nada porque el cansancio es grande, solo tenemos ganas de dormir.

Richard Hidalgo

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