En el fútbol, pocos son aquellos predestinados que nacieron para ser campeones como jugador y como técnico de un mismo equipo. Hay ejemplos en el mundo, como los casos de Pep Guardiola, Zinedine Zidane, Carlo Ancelotti y Antonio Conte, quienes escribieron su maravillosa historia corriendo detrás del balón y desde el banquillo. Y hoy podríamos tener a un peruano en esa selecta lista: .

El ‘Cabezón’, como se le conoce coloquialmente, puede salir campeón con luego de 24 años. El último título que celebró el ‘Cementero’ tuvo precisamente a Reynoso vestido de corto y portando orgulloso la cinta de capitán en su brazo. Pero la historia es cambiante y, a la vez, paradójica. El peruano puede unirse a esa nómina en la que aparecen figuras de talla mundial si hoy (8:15 p.m.) se impone al Santos Laguna en el mítico Estadio Azteca y alza el trofeo del Torneo Clausura.

Serio profesional

Llegar hasta donde está es mérito de Reynoso. Es un premio al sacrificio, a la dedicación, a la perseverancia de sus ideales. No será la persona más carismática en el mundo de la pelota ni el más fotogénico a la hora de mirar las cámaras, pero eso no quita lo profesional que es ni mancha el éxito cosechado en su carrera.

“Siempre ha tenido ese carácter especial que ustedes también conocen. No es mucho de expresar hacia afuera, y menos con la prensa. No es de dar exclusivas porque quiere guardar un respeto a todos. Es respetuoso, educado y hasta cierto punto seco. Es una buena persona, quiere mucho a sus hijos”, relata Mac Reséndiz, periodista de ESPN México.

Reynoso nació el 8 de diciembre de 1969 y debutó el 14 de junio de 1986 en con 16 años. Su rendimiento fue en ascenso y al año siguiente ya alternaba con más frecuencia con los ‘Potrillos’. Por cosas del destino, fue expulsado en un partido previo y por eso no subió al avión que se perdió en el mar de Ventanilla el 8 de diciembre de 1987, con las vidas de todos sus compañeros de equipo.

La tragedia del Fokker lo marcó. En 1990 se fue a probar suerte al Sabadell de la Segunda División de España, donde no destacó y volvió a Alianza. Con los íntimos jugó hasta 1992 y luego protagonizó uno de los fichajes más polémicos para la época: ir a Universitario de Deportes, el eterno rival. Allí ganó el título del 93 y al año siguiente partió a Cruz Azul, donde se quedó hasta 2002 y lo ganó casi todo. Conquistó el título del 97, fue campeón de Concacaf en 1996 y 1997, y subcampeón de Copa Libertadores en 2001. Así, luego de 18 años de carrera deportiva, cuelga los chimpunes en 2004 en el Necaxa para dar paso a su etapa como entrenador.

Estilo definido

Si bien empezó siendo asistente técnico en Necaxa hasta 2006, fue en Bolognesi donde cultivó su camino de éxito: obtuvo el Clausura de 2007 y clasificó a la Copa Libertadores 2008 por primera vez en la historia del club tacneño.

“Me quedaría con Juan como uno de mis mejores técnicos. Él tiene algo que otros entrenadores no lo tienen, él te enseña”, cuenta Diego Penny, arquero de Bolognesi y dirigido por el ‘Cabezón’.

En 2009 llegó a Universitario y lo sacó campeón basado en una manera de juego peculiar: las rotaciones. “Es un técnico tradicional que juega con el típico 1-4-3-3. Normalmente lo hace con línea de 4 y a veces cambia a línea de 3. Rota a todos sus jugadores, lo cual es muy inteligente de su parte porque llegado a un momento súper importante para el equipo como la final; si uno se lesiona, tiene de quién echar mano”, cuenta Carlos Córdoba, periodista de W Radio y TVC Deportes de México.

Pasó por Juan Aurich, Sporting Cristal y Cruz Azul Hidalgo, donde no tuvo éxito por distintos factores. Pero en Melgar la historia fue diferente: ganó el título nacional 2015 en el año de su centenario y le dio una importante notoriedad al fútbol arequipeño en el plano nacional e internacional.

En 2018 voló a México para ser parte del comando técnico de Puebla junto a su mentor Enrique Meza; luego tuvo un paso fugaz por Real Garcilaso (nunca llegó a dirigir) y en 2019 regresó a Puebla, equipo en el que dejaría una grata impresión al clasificarlo a la Liguilla. Pero su mayor reto fue asumir como entrenador de Cruz Azul, que luchaba año tras año por el título nacional sin éxito.

“Cuando él llegó a Cruz Azul, lo primero que hizo fue reunirse con sus jugadores y le dijo a la persona que los presentó: ‘¿Nos permites por favor para quedarme solo con ellos?’. Y allí habló con ellos en privado. Él considera que hay un espacio dedicado al plantel nada más”, apunta Reséndiz. Quizá ese es el secreto de su éxito.