En lo que va de la eliminatoria, lo bueno no abunda. Hubo destellos de algunos de los jóvenes protagonistas del torneo local, que se ganaron minutos con la Selección. Una velita entre tanta oscuridad e incertidumbre, pero no fue suficiente, ni siquiera para sumar un tiro al arco.
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¿Lo malo? La falta de propuestas tácticas del equipo. Es cierto que las ejecutan los jugadores, pero cada vez queda más claro que los muchachos no llegan a encontrarle sentido a las instrucciones que reciben, y hasta ahí lo del DT.
Lo feo está en las formas de Juan Reynoso. Más allá de sus decisiones técnicas, cuestionables, pero podría decirse que válidas, los desaciertos extrafutbolísticos son inaceptables. A la falta de autocrítica y las ‘mentiritas blancas’ se sumaron gestos reprochables, como mandar a Sonne —sin minutos en cancha y sin hablar español— a declarar tras llegar a Lima luego de perder con Chile, o decir que los jugadores de la Liga 1 no aguantan 90 minutos. La Selección de Gareca fue exitosa porque el técnico argentino apostó, justamente, por los talentos de la liga peruana.
El futuro tampoco pinta bien: Venezuela tiene de sobra para imponerse en Lima, y Bolivia está muy mal, pero esta versión de la bicolor puede caer con cualquiera. Al otro lado del charco, la recuperación de Lapadula se ralentiza, y podría no llegar a la fecha doble de noviembre.