Luis Sandoval, atleta con discapacidad visual. (Archivo Personal)
Luis Sandoval, atleta con discapacidad visual. (Archivo Personal)

En las calles de ondeaban las banderas del Perú. Eran días de julio, mes patrio. Pero el color blanco lo veía distorsionado, se transformaba en un anaranjado claro. Luego vendrían las sombras. Sus luces se iban apagando. A los cinco años de edad le detectaron glaucoma congénito. A los nueve se le desprendió la retina del ojo izquierdo y, un año después, la retina del derecho, lo que degeneró en ceguera.

Quinto de seis hermanos, migró solo a Lima. Como él dice, se aventuró a la nada, a lo desconocido. Una carrera que sigue corriendo, que lo ha llevado a los Juegos Paralímpicos Río 2016, donde fue el primer atleta peruano con discapacidad visual en un torneo de ese tipo, y ahora será parte de la delegación peruana en los , que hoy se inauguran. Torneo al que llega tras ganar el oro en 5 mil metros, en Sao Paulo.

“No perdemos ninguna capacidad mental o de pensar”, me dice telefónicamente desde Cusco, donde Luis Sandoval se ha estado preparando. Tiene recuerdos de cuando veía: los rostros de sus padres, las paredes de su colegio, las calles de su ciudad. Y se ve en el podio, recibiendo el oro y soñando con Tokio 2020.

¿Perder la visión a los 10 años fue un episodio traumático?
Como en un primer momento fue parcial, lo tomé de forma tranquila. Quizá no me daba cuenta de la magnitud. Yo estaba en quinto de primaria. Lo tomé como algo momentáneo, en los primeros días no le di importancia. Pero pasaron los días, con mi papá visitamos médicos y me fui dando cuenta de la gravedad. Si bien no tuve depresión, me dio bastante tristeza, angustia, dolor. No podía hacer las actividades que hacía normalmente y porque, desde pequeño, fui bastante independiente.

¿Te costó en el colegio?
No, mis compañeros han sido muy fraternos. Me ayudaron a terminar quinto de primaria.

¿Cómo afrontaste el proceso de aprendizaje?
Acabé quinto de primaria e ingresé a un colegio de ciegos en Chiclayo donde me enseñaron el sistema Braille y me empapé un poco del tema de la ceguera. Pero en Chiclayo no había colegio secundario para ciegos. Tuve que ir a un colegio regular.

¿Y en esa época ya hacías algo de deporte?
No. Estaba en una vida sedentaria total. En cuarto de secundaria un profesor me hizo hacer deporte. Di ocho vueltas al parque y estaba pálido (risas).

¿Qué fue primero: el deseo de estudiar Economía o empezar a hacer deporte?
Acabé el colegio e ingresé a Economía en la universidad. Hice un ciclo nomás, porque me fui a Lima, donde empecé a hacer deporte.

¿Por qué te viniste a Lima?
Cuando salí del colegio, empecé a conocer más personas con discapacidad. Por recreación hice futsal en Chiclayo. Y un amigo me habló del atletismo para ciegos. Yo lo tomé más para interactuar con personas como yo. Entendí que era una condición, que no había que deprimirse, sino simplemente saber vivir.

¿Qué te atrapó del atletismo?
En el primer ciclo de la universidad, conocí gente que hacía deportes, entre ellos mucha gente en Lima; entonces, me dio la curiosidad de irme a la capital. En principio, vine a vacacionar. Me quedé una semana, dos semanas. Me pegué a un equipo de futsal, pero sobre todo por el trabajo físico. Eso fue en 2013. Poco a poco conocí más de deportes para personas con discapacidad. Postergué la universidad y decidí quedarme y conocer más. Mis papás querían que yo vuelva a Chiclayo para seguir estudiando. Mis excusas fueron que me estaba quedando en Lima para seguir cursos, como de computación. Así me quedaba en Lima y seguía conociendo. Luego ya me hablaron de que había un ciclo paralímpico en Chile. Entonces, me emocionó la idea de poder participar.

Lo primero que muchos se preguntan es cómo una persona con discapacidad visual puede correr.
Esa misma pregunta me hacía yo (risas). Tenía la idea de querer correr, pero no sabía cómo. Se corre con un guía, quien lleva una soguilla, que es el nexo con el paraatleta. Entonces, con la voluntad de ambas personas se hace un trabajo de coordinación, confianza y, poco a poco, va fluyendo.

¿Cuando corren, el guía te dice algo?
Sí. El guía tiene que estar en mejores condiciones físicas que el ciego. El guía debe ir a la par de uno. El guía es los ojos del ciego, te indica si hay un hueco, un rompemuelle, si hay que girar. La competencia es un trabajo de equipo.

¿Depender de otra persona para correr te incomoda en algún momento?
Si no tienes a un guía, no entrenas y es ahí cuando uno reflexiona sobre depender de alguien. A nadie le gusta, pero es una necesidad que se vuelve costumbre.

¿Has querido tirar la toalla?
Sí. Pero pienso en cómo empezó todo, en las personas que me han apoyado, en lo que ha costado, en la dedicación. A partir de 2014 el paraatletismo ha empezado a crecer bastante. En mi caso, además de entrenar, también busco generar que otros chicos puedan unirse y enseñarles. No solo ha sido un tema de mejorar yo, sino también de ir difundiendo.

Más allá de la pista de atletismo, ¿en la vida diaria qué carrera quieres ganar?
Más que demostrar algo o ganar, es llegar a sentir que puedo ser una persona con los mismos derechos, valores, obligaciones que todos. Es lograr igualdad, desde lo social hasta la infraestructura. No voy a conseguirlo solo, por eso trabajo con base en grupos.

¿Sueñas con que la tecnología algún día te permita ver?
No pienso mucho en eso. Si hay la posibilidad, quizá sería chévere, quizá no. No sé qué decisión tomaría. Fue duro haberme quedado ciego, pero, debido a la discapacidad visual, he podido pasar momentos muy bonitos, alegres, he conocido mucha gente. Si viera, mi vida habría sido distinta.

AUTOFICHA

- “Soy Luis Miguel Sandoval López. Nunca he preguntado si me pusieron el nombre por el cantante mexicano, pero he llegado a pensar que sí, porque nací en el 94, cuando estaba de moda. Nací en la ciudad de Chiclayo, tengo 25 años. Intenté estudiar Economía y luego algunos cursos de diversos temas”.

- “El año pasado gané dos medallas de plata en el Open de Barranquilla, Colombia, y una de bronce en Brasil. No son muchos los eventos a los que he podido ir, pero debo haber ganado unas nueve medallas. El deporte no es para siempre, por eso quiero estudiar”.

- “Gracias al profesor John Cusi, actualmente estoy en Cusco entrenando, desde hace ya tres años. Él fue mi guía en los últimos Juegos Paralímpicos. Y ahora entreno con el profesor Juvenal Huisa. Cuando estamos corriendo, ninguno debe jalonear, hay que estar concentrado para escuchar al guía”.

TAGS RELACIONADOS