En las últimas semanas la bandera peruana ha flameado por los diferentes escenarios deportivos en los que se han venido desarrollando los . Y en más de una ocasión ha sido de la mano de alguna de nuestras más aguerridas deportistas.

Es el caso de la desafiante e inalcanzable carrera de por el oro panamericano en la maratón, en donde la juniense dejó hasta el último suspiro para cobrarse la revancha de la medalla perdida en el torneo anterior y para dejar nuevamente al Perú en un sitial importante del atletismo mundial.

No podemos dejar de mencionar los precisos y milimétricos movimientos de Taekwondo Poomsae de Marcela Castillo y Ariana Vera.

Ni el mar no pudo resistirse a la garra femenina y se dejó dominar a los pies de Daniella Rosas, Maria Fernanda Reyes y Vania Torres. Estas tres guerreras convirtieron las olas de Punta Rocas en un delicado vaivén solo para demostrar que se puede y que no importa lo brava que puede ser la cresta cuando se puede estar sobre ella mirando, desde ese sitio privilegiado, el mundo.

En aguas más tranquilas, pero no por ellos sencillas, Natalia Cuglievan, ganadora del oro en ski acuático, nos hizo creer que volar es más sencillo de lo que creemos.

Kimberly García con paso más que fiero dejó atrás a sus contrincantes y logró la proeza de levantar la presea de plata en marcha atlética. Joven, pero no por ello dubitativa, avanzó hasta el objetivo y lo logró con la blanquirroja sobre el pecho.

Anastasia Iamachkine, quien en la competencia de dobles en tenis, dejó el alma en cada set, es otra peruana con garra. Reventando cada saque con la fuerza de quien detiene el universo en el aire.

Y aunque algunas personas y medios hablan de la igualdad y el respeto a la mujer muchos han anulado el talento y esfuerzo para destacar cualidades irrelevantes de nuestras peruanas como la belleza, por ejemplo.

Sin embargo, lo más hermoso que queda de esta experiencia es que nueve de las 23 preseas que obtuvo el Perú cuelgan del cuello de mujeres fuertes, indestructibles y con ganas de comerse el mundo a su paso.

Las próximas generaciones tienen en este esfuerzo un espejo en el cual proyectarse y alzar vuelto hasta que caiga la última gota de sudor.