Megan Rapinoe, futbolista de 33 años consagrada en su selección. Inició su carrera en la universidad de Portland, su padre fue entrenador. Es capitana del conjunto estadounidense, se llevó el Balón de Oro como mejor futbolista del último Mundial de Fútbol Femenino realizado en Francia este año y la Bota de Oro que la confirma como máxima goleadora con 6 tantos y 3 asistencias. Un dato adicional, fue la primera jugadora varonil o femenil en hacer un gol olímpico en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Me permito en esta columna hablar de Rapinoe no solo por el valioso elemento que es dentro del campo, sino también porque me parece valiosa para el mundo.

En los últimos días fue portada en muchos diarios con cobertura mundial y no era para menos. Campeona del mundo con Estados Unidos, de rendimiento extraordinario en la cancha y de palabras sinceras fuera de ella, de esas que pueden chocar pero también reivindicar.

No solamente le dijo a Trump que no asistiría a la Casa Blanca por ser abiertamente homosexual y sentirse excluida, sino, replicó a la FIFA por haber programado la final de la competencia más trascendental en la tierra (sin importar el género de sus participantes), el mismo día de dos finales importantes como la Copa América y la Copa de Oro.

Y eso no es todo. A una figura como ella de actitud ganadora y que no suele ser parte del ganado, le lloverán los fans pero también los detractores. Sin embargo, no calló y en su última aparición en un discurso ofreció una reflexión que termina de pintarla de cuerpo entero.

En un mundo donde se sigue alabando a un jugador de fútbol de habilidades casi de otro planeta durante el juego como un ‘barrilete cósmico’, Diego Armando Maradona, pero actitudes deplorables, autodestructivas y discriminatorias fuera de él, ¿se puede criticar a una jugadora que protesta, para disgusto de cualquiera, por la igualdad de derechos en el mundo?

Algunas de sus frases fueron: “Tenemos que amar más y odiar menos”, “tenemos que escuchar más y hablar menos”, “es nuestra responsabilidad hacer de este  mundo un lugar mejor”, “creo que este equipo hace un gran trabajo tomando esa responsabilidad sobre sus hombros y entendiendo la posición que tenemos en esta plataforma”, entre otras.

¿Se puede criticar a una jugadora que entiende la importancia del deporte como herramienta social en una sociedad? Desde él, podemos mejorar, crecer individualmente pero también como comunidad, ciudad, país y mundo.

Quizá algunas veces Rapinoe pueda ser algo sarcástica y aparentemente contestataria, pero en cada actitud o reflexión escuché un mensaje importante y responsable para los jóvenes.

Si entendiéramos que por este tipo de personas el mundo rompe cadenas y avanza. Si entendiéramos que el deporte es más que una competencia, si lo gestionamos bien puede ser el principio de un mejor lugar para vivir.

Megan Rapinoe.

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