Paolo Guerrero: El ídolo del Perú y el niño de mamá (Goal.com)
Paolo Guerrero: El ídolo del Perú y el niño de mamá (Goal.com)

Redacción PERÚ21

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Aquí y en otras partes del mundo la estrella del fútbol que brilla —casi a solas— en el tiene un nombre: . Por eso, el periodista fue a visitar a su familia y primeros entrenadores para conocer quién es realmente el delantero y cómo llegó a ser uno de los goleadores de la 'blanquiroja'. Esta es su historia.

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Las calles de la inmensa Lima pueden ser agobiantes para el visitante. Caos de tránsito por todas partes y a toda hora, distancias larguísimas en medios de transporte —al principio— difíciles de interpretar, y una polución que a duras penas deja ver el sol a plena luz del día, como una esfera cuyos límites son solamente divisibles por la bruma marina y la contaminación de los autos.

Pero Lima también es el encanto del malecón de Miraflores, o los atardeceres en Barranco, o el glamour del Parque Kennedy. Sus pequeños jirones perdidos por doquier, la arquitectura colonial del centro histórico, y sus verdaderas joyas gastronómicas disponibles a cualquier precio: desde un salchipapas callejero hasta el más exclusivo de los ceviches.

Y en el universo del fútbol, hay una estrella que brilla casi a solas en el Perú: Paolo Guerrero es el símbolo máximo. La figura delSeleccionado, la imagen publicitaria más codiciada, el hombre que patea galletitas y habla por teléfono en los gigantes carteles diseminados por toda Lima. Y, por consiguiente, el emblema peruano de la próxima .

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La historia de este hombre vinimos a buscar a la capital del Perú, que es también la ciudad donde nacieron otros cracks peruanos actuales, como Jefferson Farfán —de la misma camada de Guerrero— y Claudio Pizarro, cuya luz estelar se apaga a medida que pasan los años, pero sigue siendo un pilar importante del conjunto ahora dirigido por el argentino Ricardo Gareca.

El primer objetivo, una vez en la capital limeña, fue encontrar a Doña Peta: la madre de Guerrero es bien conocida en el Perú y hasta protagonista de la tapa de la revista del corazón más importante de la ciudad cuando arribé a Lima. En la entrevista, hablaba de la nueva novia de su hijo y de otros detalles más cercanos al corazón que a la pelota. Ante tal exposición, supuse que no iba a ser tan difícil dar con ella. Supuse mal.

"Llevo años intentando entrevistarla sin suerte", me dice Víctor Zaferson, colega periodista. "Debes hablar con su hermano, el Coyote. Seguro lo recordarás por el golazo que le hizo a Racing en la Copa Libertadores 1996", me sugiere Pedro Canelo, otro periodista del diario El Comercio.

Después de buscar en Youtube el video de la serie entre Sporting Cristal y Racing, y de corroborar lo del golazo del Coyote, lo llamo para pautar una entrevista. Además de su pasado como futbolista y militar, y de su presente al frente de una escuelita de fútbol, Julio Coyote Rivera es la llave hacia el pasado de Paolo Guerrero.

"Cuando comencé a jugar en la Profesional le di una vivienda a mi madre para que viviera con Paolo y que tuvieran una mejor calidad de vida. Siempre he tratado de darles lo mejor", me cuenta Coyote, hermano de Guerrero por parte de su madre, Doña Peta, pero de diferente padre.

Sin embargo, el fútbol no sabe de apellidos y sí de sangre: la familia de Guerrero está repleta de grandes futbolistas. Su tío fue José González Ganoza, arquero de la Selección y de Alianza Lima que perdió la vida en la tragedia aérea que sufrió aquel club, cuando el avión Fokker que transportaba al plantel cayó al mar.

También Oscar y Huaqui Gómez Sánchez, primos de Doña Peta, jugaron en Boca y River, respectivamente. Otro primo de Peta es Héctor Chumpitaz, símbolo del Perú campeón de América en 1975; Carlos Mágico González y Luis Cruzado también son familiares de parte materna, mientras que por el lado paterno, son parientes Rubén Panadero Díaz y Julio César Uribe. Además, uno de los sobrinos de Guerrero, Sergio Peña, ya juega en Granada de España.

A pesar de la buena predisposición del Coyote, la entrevista a Doña Peta sigue siendo casi una misión imposible: a Paolo le acaban de diagnosticar dengue y Peta, como buena madre, salió disparada hacia el aeropuerto para tomar el primer avión con destino a Sao Paulo, para cuidar al nene.

La búsqueda continúa, entonces, a la espera de que regrese Doña Peta, y tanto Coyote como los colegas periodistas coinciden en un nombre para entrevistar: Cholo Castillo. Se trata del hombre que formó a las mejores generaciones del fútbol peruano. Al frente de las categorías juveniles de Alianza Lima por décadas, bajo su tutela crecieron grandes cracks, desde Teófilo Cubillas —para muchos el mejor futbolista peruano de todos los tiempos— hasta la Foquita Farfán y el propio Guerrero.

Pero la desgracia parece acompañarme: un día después de la sugerencia, Víctor me avisa por correo que el Cholo Castillo acaba de fallecer y todo el fútbol peruano está de luto. "Cuando lo veíamos jugar en Alianza, con el Cholo nos mirábamos y decíamos casi al mismo tiempo: 'Este chico es aliancista de pura cepa'", recuerda Jaime Duarte, gloria del fútbol peruano y quien acompañó a Guerrero en sus primeros pasos. De hecho, Jaime era el entrenador de Alianza Lima cuando Paolo decidió no debutar en Primera para probar suerte en Alemania.

"De chico, el Cholo Castillo le daba plata a Paolo por cada gol, hasta que un día, en un partido muy importante, le ofreció 20 soles por cada uno y Paolo hizo ocho. Desde ese día decidió que no era un buen negocio", me cuenta emocionada Doña Peta, que acaba de regresar a Lima con la tranquilidad de que su hijo ya está recuperado y hasta se reintegró a los entrenamientos deCorinthians. Todos coinciden en la importancia de Castillo, tanto para el fútbol peruano como en la formación de Paolo.

En su casa de Chorrillos, distrito que Peta nunca quiso abandonar a pesar del pedido de sus hijos, los cuadros con las camisetas de Paolo adornan toda una sala, repleta también por cajas con inscripciones en alemán: "Son todas cosas de Paolo, que vendió su casa en Hamburgo y se hizo traer todo para acá", me dice el Coyote, quien me acompañó hasta la casa de su madre para la entrevista.

"Ya desde que estaba en la panza sabíamos que iba a ser futbolista. Su padre fue quien eligió el nombre, por Paolo Rossi, el exjugador italiano. A mí no me gustaba nada el nombre porque no era común en esa época", admite Doña Peta. Y me confiesa que, más que madre de Paolo, es su amiga, su confidente. Habla por teléfono a diario y no puede dormir si no le da la bendición antes de cada partido.

Llega la hora de partir y el clima en Lima no cambia: el sol sigue tapado por la bruma, el tránsito colapsa los nervios y las callecitas del centro histórico aún guardan secretos. Pero algo sí cambió: Paolo Guerrero, que al llegar a Lima era la figurita de los carteles publicitarios, ahora es el "nene de mamá".

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