También parecen ser tiempos fúnebres para nuestra selección. Somos últimos y hay que reconocer que hemos sabido sostener con indiscutible merecimiento y por largos meses esta indecorosa posición.
Ahí estamos, absolutamente solos, desde hace diez meses, haciendo todo lo posible para que nadie nos saque del pozo. El Mundial está a solo diez fechas, y se ve tan lejano, tan imposible. Si no hay solución, la frustración continúa. El paciente cambió de médico, pero sigue enfermo: no hay mejoría, no reacciona, no se levanta. Sin embargo, lo mejor que le está pasando a la selección a esta altura de la eliminatoria es que sigue viva.
“Peor ya no podemos estar”, dijo Carlos Zambrano, tras la quinta derrota peruana que nos aseguró el sótano por un mes más. Aunque, así como jugamos, sí que vamos a estar peor cuando comparemos números al final de la siguiente fecha doble. Todo sigue igual: el equipo no cambia, Fossati no cambia, el sistema no cambia. La eliminatoria no cambia para Perú, a pesar del buen partido ante Colombia, que parecía vislumbrar que ese cambio estaba por venir.
NO SOMOS NADA
En el balance de estos ocho partidos nos merecemos ese doloroso último lugar. Apenas 3 de 24 puntos. Ni en épocas de Chemo Del Solar sumamos tan poco a esta altura de la competencia (tras la octava fecha, teníamos siete puntos, con un triunfo y tres empates).
Sí, la campaña es tan mala que asoma el recuerdo de un pasado futbolístico que parecíamos haber dejado atrás. Estamos tan mal que vemos tan complicado un séptimo lugar. Y razones hay: somos la única selección que no ha ganado y nuestros delanteros no han podido hacer un gol en toda la eliminatoria. No hay cómo salir del hoyo.
Fossati no ha hecho olvidar a Juan Reynoso y se aferra a su sistema táctico sin un plan B. Al uruguayo le está costando que el equipo se adapte a su 3-5-2. Si no da resultado, pues que cambie, porque, si no cambia, morimos todos.
Encima, Paraguay y Bolivia con su gesta heroica de esta última fecha doble nos han puesto el camino más empinado aún y ahora estamos a seis puntos del repechaje. Todos los equipos serán difíciles hasta el fin de la eliminatoria, y hay que empezar a sumar en todos los estadios porque, hasta ahora, tres son nada.
ESTAMOS VIVOS
Pero la Blanquirroja respira y, mientras haya vida, pues hay esperanza. Por ahora parece que no alcanza con lo que tenemos, que lastimosamente es casi todo lo que tenemos. Que el 3-5-2 está complicando al equipo y el rendimiento de algunos jugadores como Advíncula y Lapadula han disminuido al once. Cuatro partidos más cerrarán el año y habrá que lucharla para seguir con vida al final de la fecha 12.
Que octubre venga con milagros y ojalá que las pesadas andas del fracaso que cargamos en esta procesión pelotera cambien de cuadrilla pronto.
Que así como estamos hasta los rezos valen, porque en el fútbol todo vale. Y que las velas sean para pedir a los santos que Yoshimar Yotún se recupere y vuelva pronto, y que vuelvan también los goles de Lapadula, y que sobre todo iluminen a Fossati para que se haga alguno de esos milagros que solía hacer con la crema.
La selección sigue respirando y esa es, por ahora, su mayor victoria: un alivio entre tanta agonía. Que la Bicolor vuelva a abrir los ojos y se eche a pelear en la cancha esa clasificación que será más dura aún el año que viene. A ganar otra vez y que las velas sean para celebrar con torta y no para el funeral. No es tiempo de llorar. Aún hay vida.
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