Desde niña te dicen que el es un territorio donde solo los hombres son bienvenidos. Si te atreves a ir contra esa ‘ley’ eres señalada, juzgada y, quizá, te conviertas en la burla del resto. Una situación difícil para alguien que por los siguientes años deberá seguir ganándose un lugar que algunos aún no quieren reconocer.

Melany Bermejo ama el fútbol. Cuando estaba en primaria, se metía a una cancha y bajo los tres palos la hacía de arquera. Hace 19 años decidió ir más allá. No quiso continuar como jugadora, prefirió ser la que hace respetar las reglas. Quizá porque lo suyo es el esfuerzo, la disciplina y la constancia, como aquella vez que postuló a la –elección que su familia también apoyó, como siempre– pero no la aceptaron.

Mientras se preparaba en la universidad para ser profesora de psicomotricidad, Melany quiso probar suerte en el arbitraje. Entonces, no era algo que anhelara completamente. Entre bromas, con amigos, decidieron iniciar el curso. “Vamos a estudiar”, fue la consigna. Quería conocer las reglas de juego y era una buena oportunidad. En 1998 se matriculó, pero no concluyó. No era nada “serio”.

Un año después abrieron un curso femenino de arbitraje. Era su oportunidad. Se preparó durante dos años. En el 2000 se graduó. Desde entonces hasta hoy, lo que empezó como un juego se convirtió en su estilo de vida. Es árbitra.

Melany Bermejo se inscribió en el curso de arbitraje para conocer las reglas del fútbol, no creyó que se convertiría en su estilo de vida. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)
Melany Bermejo se inscribió en el curso de arbitraje para conocer las reglas del fútbol, no creyó que se convertiría en su estilo de vida. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)

Siempre creyó que era una chica tímida y sumisa, pero se dio cuenta que en el fondo tenía su carácter y eso se lo hizo notar el arbitraje. Uno de sus primeros partidos, no oficiales, fue en el Colegio San José de Monterrico. Es el partido que más recuerda porque se equivocó, pero conoció su capacidad para salir de eso.

“Me acuerdo que me equivoqué en una situación de penal, saqué una tarjeta a un jugador al revés, pero me mantuve en mi decisión. Una de las cosas que más resalto es que tú te puedes equivocar, pero no por eso te vas a derrumbar”, recuerda con la seguridad que hoy, a sus 40 años, le da la experiencia. Melany reconoce que a pesar de la dedicación no siempre marcará una sanción precisa, pero –como en todos los aspectos de la vida– hay que continuar.

Los obstáculos y el machismo, dos grandes problemas en el fútbol, no han hecho flaquear a Melany. No ha sido fácil. Su trabajo le permite ordenar sus horarios para entrenar, no faltar a las charlas y cumplir con sus pruebas. Hoy es madre de un niño de dos años.

La maternidad cambió su vida y, sobre todo, su cuerpo. Nunca había fallado en un examen físico, se esforzaba pero no respondía como antes. “Fue un momento difícil para mí, me costó hasta lágrimas”, recuerda.

Las exigencias eran cada vez más. Viajar, dejar a su pequeño enfermo y estar pendiente de su familia fueron parte de la prueba más complicada que debía superar para estar bien emocionalmente. “Trato de estar en competencia, no solamente con los demás, si no conmigo misma. Cada día quiero superarme más”, cuenta firme

Las barras y la algarabía del fútbol son parte del condimento en el balompié, y cuando no hay bulla puede ser hasta raro. Pero, como en todo, los excesos son dañinos. La experiencia le ha dado seguridad, pero algo que para Melany es difícil de comprender es el machismo tan enraizado en las propias mujeres.

Son las mujeres que te dicen: vete a lavar, vete a cocinar. Entonces, una dice 'cómo puedes luchar contra eso si es una mujer agrediendo a otras mujeres'”, cuenta sin perder la esperanza de que esto pueda cambiar en un futuro no muy lejano.

Estar en un ambiente netamente de varones es complicado. “Hacemos muchas cosas a la vez, nosotras trabajamos, entrenamos, tratamos de cumplir con todo y así salir y tener una oportunidad. Y cada oportunidad aprovecharla al máximo”.

Melany Bermejo sueña con arbitrar en un Mundial. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)
Melany Bermejo sueña con arbitrar en un Mundial. (Anthony Niño de Guzmán/GEC)

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Las árbitras mujeres esperan con paciencia más ocasiones en el fútbol profesional. Cumplen con los exámenes que les piden, las pruebas técnicas para ser consideradas en partidos de Primera División, pero no todas pueden tener la misma determinación. “Para que una chica salga a arbitrar tiene que esforzarse igual o más que un varón. Tú no tienes derecho a equivocarte”, y la falta de oportunidades decepciona a más de una.

El sueño de Melany es arbitrar en un Mundial, y la ilusión es tanta que se le nota en la sonrisa mientras lo dice. La competencia cada vez es más porque los años no pasan en vano y cada vez hay chicas más jóvenes, pero el profesionalismo es la mejor carta de presentación.

“Así como hay machismo y va a haber por mucho tiempo, también hay cosas buenas que te da el fútbol: las felicitaciones, el reconocimiento a tu trabajo, tu trayectoria, el viajar y conocer otros lugares”, cuenta la árbitra de 40 años que tiene metas para superar día a día.

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