A veces uno crece y no tiene otra opción: es luchar o luchar. En , la lucha no tiene solo un significado deportivo. Por siglos, la superioridad de los pueblos se ha definido por su capacidad combativa y esto no es ajeno en el país africano. En una nación pacífica y acogedora como la senegalesa, el laamb se ha convertido en un valor cultural muy importante para su gente. 

Laamb o lucha senegalesa es un tipo de lucha tradicional muy popular en África Occidental (principalmente en Senegal y parte de Gambia). Si se habla de luchas, luchas simples con golpes, Senegal es la cuna de este tipo de combates. 

A diferencia de otras disciplinas de contacto, esta lucha tiene muchos competentes de misticismo y superstición, los cuales fueron por infundidos por años (más de diez siglos) entre los antecesores del pueblo senegalés, quienes organizaban luchas después de terminar sus cosechas en el campo. 

Defendiendo el honor de sus aldeas, los luchadores de laamb, en su mayoría provenientes de familias pobres, se han convertido en una especie de personalidades o héroes nacionales. Solo luchando, estos hombres logran captar la atención de un país entero. 

El primero en tocar el suelo es el perdedor. Una caída es equivalente a una derrota. En un área de arena delimitada y solo usando taparrabos, los luchadores dan rienda suelta a sus instintos de lucha más primitivos para quedarse con el título de 'El Rey de las Arenas', reconocimiento al mejor luchador de Senegal.

Los entrenamientos son largos y duros, dejando poco margen error a los protagonistas del combate. El laamb representa el enfrentamiento muy marcado entre dos vecindarios de Senegal: Parcelles y Guediawaye.

Las luchas de laamb han alcanzado una dimensión cultural, social y sociológica en Senegal. Antes de los combates importantes, los luchadores se preparan física y mentalmente, encomendándose a la santería, respaldados por los conjuros de los brujos y chamanes de sus aldeas.

En un país regido por el verdadero sentido de resiliencia, los luchadores de laamb suelen enfrentarse a diario con la presión social, el miedo a la derrota, la incertidumbre, la posible deshonra de su comunidad y el esoterismo.

Después de más de mil años y pese a ser una lucha llena de mística y religiosidad, el arte marcial del 'Rey de las Arenas' continúa más que vigente que nunca en pleno XXI. 

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