Para el fútbol no se necesita otra cosa que talento, y eso lo supo muy bien Kimberly Lazo Jara (26) desde niña. A finales de los noventa, con cuatro años recién cumplidos, sus pequeñas manos no la dejaban escribir su nombre correctamente, pero sus pies ya le permitían mover un balón de fútbol a su antojo. Tenía de dónde: su papá, Justo Lazo, jugaba entonces por el Melgar de Arequipa.
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"Cuídate, hijita. Por favor, no juegues eso, que te va a doler". Con esas palabras Amparo Lara intentó que su hija trate de olvidarse del fútbol. Felizmente, la niña nunca hizo caso y, dos décadas después, la madre luce agradecida, orgullosa, mientras su hija da golpecitos, esconde, abraza, acaricia y hace malabares con el balón.
Es que Kimberly le debe mucho a la pelota. Con 13 años, aún en Arequipa, vistió los colores del Alas Peruanas. A los 19 se pondría la camiseta del White Star, con la que viajó a Brasil a disputar la primera Copa Libertadores Femenina. A los 20, vendría el viaje a Lima para jugar futsal becada por la Universidad Ricardo Palma y, con ello, la selección nacional. Y, como todo eso no le bastó, desde el año pasado defiende también los colores de Fuerza Cristal, equipo que compite en el torneo Metropolitano de fútbol femenino.
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Sin perder la sonrisa, Kim admite que admira a Cristiano. "Muchos dicen que es orgullos, pero nadie puede dudar de que es un profesional, que se cuida y entrena a más no poder", dice sin dejar caer el balón.
Su pierna luce un doloroso raspón, confirmando que el fútbol femenino no tiene ni un poco menos de intensidad que el masculino. A Kim parece no importarle: apenas toca el balón, ella es feliz.
Por: Pablo Vilcachagua (pablo.vilcachagua@peru21.com)