Llega con una sonrisa al Club Coser de Chacarilla, Surco. "Qué buena paleta", me dice mientras suelta una carcajada (mi paleta, con la que me atreví a jugarle un partido, es vieja en realidad). Lleva en su mochila una moderna de fibra de vidrio con su rostro y nombre grabados. Son las 10 a.m., hace un frío limeño y viste con la casaca de la delegación peruana, la misma que usó en los . La medalla de oro la tiene en el bolsillo. saluda a los vigilantes y pasa. Ellos solo lo observan con admiración. El chico que siempre va a entrenar ahora es el hombre del momento. 

A los nueve años, sus tíos, reconocidas figuras de la paleta frontón, lo inscribieron en su primer torneo nacional. Vieron en él a una potencial figura. Sin querer, le generaron una presión que lo llevó a perder su primer partido oficial. "Me dijeron: 'Ya ganaste, solo por la presencia de nosotros'. Y, al final, al que presionaron fue a mí". Luego de 18 años, ahora con 27, tuvo que lidiar con los mensajes de cientos de desconocidos que le recordaban que el Perú entero estaba con él en la final de frontón masculino. Solo que esta vez salió airoso y no defraudó. 

Tuvo la posibilidad de ser futbolista, pero prefirió destacar en soledad. Desde los ocho años empezó a jugar frontón. En Chacarilla, donde ha vivido siempre, le fue fácil meterse a los clubes privados para practicar este deporte del que está perdidamente enamorado. Allí perfeccionó su técnica y ejercitó su cuerpo. Gracias al duro entrenamiento, es actualmente heptacampeón consecutivo nacional. No ha dejado de ser el mejor desde los 20 años. Ni siquiera dejó que le ganaran un solo set en los Panamericanos. Así es: decidido y directo.

"¡Que te conozcan un poco más y no van a querer la entrevista!", le gritan sus amigos desde la cancha de fútbol. Kevin lo toma con humor y se da el tiempo de ir a conversar un rato. Todos lo quieren en el club. Y es que, en su apretada agenda, también tiene tiempo para disfrutar con los más cercanos. Ama jugar play (PES o FIFA de preferencia) y salir. Lo único que odia es a la gente hipócrita. Pero las malas vibras se las quita con su paleta, la pared y la bola.

Verlo jugar es un espectáculo. Parece atraer la pelota con un imán corporal. Llega a cada jugada con facilidad, sin despeinarse. Todos sus tiros van dirigidos exactamente al lugar que quiere y les da efectos que retan a la Física. Es un portento deportivo, aunque lo camufla bien con una sonrisa inocente. 

Pese a su indiscutida condición de campeón, Kevin no oculta su emoción casi infantil por haber conseguido el oro. "He visto mi partido cien veces y lo seguiré viendo", comenta. Parece aún ese muchacho que 'peloteaba' por diversión con sus tíos. Y aún conserva esa alegría para jugar frontón, pero ahora le añade una cuota grande de responsabilidad. Tiene la firme convicción de que, sobre sus hombros, recae el destino de este deporte originario del Perú. "De repente, hoy puedo llegar a una persona nueva y esa persona puede jugar frontón, dejar los vicios y ser campeón", afirma y, ahora sí, frunce un poco el ceño para aclarar la seriedad del caso.

Kevin Martínez, oro de frontón en los Juegos Panamericanos Lima 2019. (Jesús Saucedo / GEC)
Kevin Martínez, oro de frontón en los Juegos Panamericanos Lima 2019. (Jesús Saucedo / GEC)

Dijiste que cambiabas todos tus logros, tus siete campeonatos consecutivos nacionales, por el oro en los Panamericanos. Lo lograste...

-Así es. De hecho que sí. Este logro ha sido enorme. Esta final, ese momento en el que metía el 'match point', todo el público gritó. Ese ha sido un momento que nunca se me va a olvidar. Hasta ahorita sigo emocionado. He visto ese video, y esa parte, un montón de veces. Y para mí, ese ha sido el mejor momento de mi vida.

¿Esperabas que llegue tanta gente a la final y que se agoten las entradas con anticipación?

-Sabía que iba a tener buen 'rating' los partidos. Porque el frontón se juega en todos lados. Hay un montón de personas que se meten, que les gusta. Quizá no lo juegan competitivamente, pero siguen y les gusta. Muchas personas estaban anhelando esta oportunidad de estar en Lima 2019, de estar con tal exposición y ver el partido de la final. Muchas personas soñaban con eso y me lo han dicho ahora. En verdad, se han emocionado, como si a ellos les colgaran la medalla . 

¿Qué tan duro fue llegar hasta este punto? ¿Cómo te preparaste para los Juegos?

-Hay que asumir una responsabilidad de que eres un deportista de alto nivel y tienes que sacrificar ciertas cosas. Escoger unas sobre otras. La preparación: hay que ser muy metódico, muy constante, muy perseverante, dedicarle y meterle mucha pasión. Así ha sido mi vida. A mí me encanta, yo disfruto mucho mi semana. Yo siempre digo esto y la gente se sorprende: Yo amo los lunes. A mí me encantan, porque compartir con tanta gente maravillosa, hacer lo que me gusta, vivir del deporte, ayudar a más personas a cambiarle su vida o llevarlos por el camino del bien, del deporte, la salud, la verdad es maravilloso. Soy muy afortunado de tener una vida así. Y es una consecuencia de todos los años de entrenamiento. 

Empezaste a jugar frontón a los ocho años y tu primer campeonato fue a los nueve. ¿Cómo inició tu camino en este deporte?

-Yo de chico empecé, como todos, jugando al fútbol. Mi mamá ama el tenis. Así que, desde muy chico, me metí al deporte de la raqueta también. Luego, mi abuelo y mis tíos jugaban la paleta frontón de manera competitiva. Eran campeones, eran admirados, eran queridos. Entonces, un plan familiar era ir a verlos los fines de semana y compartir con los hombres de la familia. Yo como jugaba ya tenis, me metía a sus partidos a jugar, a 'pelotear'. Y luego me dicen: "Kevin, te hemos metido a tu primer torneo nacional". Ya tenía nueve años. Jugué. Perdí mi primer partido. Y esta es una anécdota. Llegué con ellos, y me dijeron: "Estás llegando con nosotros, vamos a intimidar a tu rival. Ya ganaste, solo por la presencia de nosotros". Y, al final, al que presionaron fue a mí. Y perdí. Hasta ahorita me acuerdo del nombre de quien me ganó. Se llama Moisés López. Y nunca más lo volví a ver. Ni siquiera para darme la revancha. Perdí y desapareció de la faz de la tierra. Luego, a los 16, me jaló el Club Regatas. Me entrenaron y, a los 18, se acaba la academia. A los 20, me volvieron a llamar y me ofrecieron enseñar.

¿Cuándo tomaste en serio el frontón?

-A los 16 años, yo asumí el reto de ser el abanderado del frontón. Porque los referentes, en ese momento, me decían: "Kevin, este es un deporte amateur. No vas a ganar como el fútbol, no vas a ganar como el tenis. Anda estudia y consíguete un trabajo, que esto es nada más un 'hobby'". Y yo no lo veía así. Para mí, tenía otro sentido. A mí me encantaba y, si no da, hay que hacer que dé. Entonces, asumí eso. Si no hay jugadores profesionales, hay que hacer que hayan jugadores profesionales. Unos lo veían como algo negativo; yo lo veía como una oportunidad. Hay un mercado que explotar y desarrollar. Entonces asumí esa responsabilidad de ser el embajador del frontón y llevarlo al mundo. 

¿Por qué el frontón terminó opacando al fútbol? Porque también te gusta el fútbol.

-Porque empecé a tener grandes resultados. Cuando practicas la paleta frontón, te enamoras. Es un vicio sano, pero es un deporte increíble, que en verdad enamora mucho, porque es muy completo. Aparte, para marcar la diferencia, y no ser uno más de todos los futbolistas que quieren aspirar (al éxito). De repente sí hubiera podido destacar, quién sabe. Es duro. Pero yo tenía esta misión con el frontón. Hubo un 'click', una conexión por la que asumí esta responsabilidad y nadie me va a quitar eso. 

¿Qué es lo que disfrutas, además del frontón?

-A mí me encanta mi vida. Me encanta venir a entrenar las mañanas donde Lucho Carrillo (su entrenador). Luego dar clases a las personas que entreno. Son personas grandiosas. Es una hora donde nos reímos, los puedo ayudar. Luego, si tengo un rato libre, leo temas de emprendimiento y liderazgo. Trato de compartir con mis amigos. Algunos fines de semana, que no tenga competencia, salimos todos, con mi familia, mi enamorada. Tengo un equilibrio en la vida bastante pareja. Porque debo agradecer a todos los que estuvieron en las buenas y malas, aunque muchas malas no han habido. Pero esto continúa, porque uno no debe dormirse en los laureles. Los campeonatos nacionales y en provincia ya comienzan. Y tengo proyectos de dar clínicas a nivel nacional e internacional. 

¿Te riges con una vida de deportista de alto rendimiento?

-Yo soy un atleta de alto rendimiento. Si yo me comporto como tal, lo voy a hacer. Claro, si vemos cuentas bancarias, comparando con un tenista, ya estamos hablando de otras cosas [sonríe]. Pero estoy seguro que hago lo mismo que hace él, y, de repente, hasta más. Pero, aparte de ser deportista, soy emprendedor. Tengo mis proyectos, mis empresas con mis academias, organizo torneos. Yo organizo la Liga Profesional de Frontón, que se llama High Pro. Porque muchos viven solo dando clases y con algunos sponsors, pero son pocos. 

El frontón peruano tiene sus raíces en la pelota vasca. A la pared le llaman frontis en España. Cuéntanos un poco más de la historia de este deporte.

-El deporte madre de la paleta frontón es la pelota vasca. Supongo que habrán visto un poco este deporte (los peruanos), y en 1945 nació la paleta frontón aquí. Tenían ahí una pared. Empezó en el Club Regatas con (Fernando) Belaúnde (Terry). Lo jugaron, un poquito con la mano (el handball), de allí lo adaptaron con alguna paleta, con alguna madera. Y así empezaron a migrar, fueron formando reglas y la pelota iba evolucionando. Ahora se juega, imagínate, con una paleta de fibra de vidrio o fibra de carbono, entre 280 y 300 gramos, que no pesa nada, con una pelota de caucho inflada que agarra unos efectos alucinantes. Y el frontón es 'recontra' vistoso.

¿Es el frontón la fuente de tus ingresos?

-Sí, con mis sponsors, como atleta recibiendo una subvención del IPD (Instituto Peruano del Deporte), también dando clases en mis academias y organizando torneos.

¿Qué es lo que sigue?

-A ver, ¿qué se viene para Kevin Martínez en este segundo semestre? Estoy empezando una carrera en la USIL (Universidad San Ignacio de Loyola) de Ciencias de la Actividad Física del Deporte. La verdad estoy muy emocionado y muy contento. Ya quiero ir.

Kevin Martínez, oro de frontón en los Juegos Panamericanos Lima 2019. (Jesús Saucedo / GEC)
Kevin Martínez, oro de frontón en los Juegos Panamericanos Lima 2019. (Jesús Saucedo / GEC)

Y eres el primer alumno...

-Soy oficialmente el primer alumno de la carrera. Ya empezamos clases. Uno tiene que ser campeón en todas las canchas. Primero, es la carrera de mis sueños, relacionada al deporte. Mi vida es el deporte. Entonces, voy a salir como un gran gestor deportivo, un experto en masificación del deporte, en planificación y planeamiento estratégico, etc. Voy a aplicar todo lo que hago. Yo he tenido carreras inconclusas. No he recibido tanto apoyo anteriormente.

Ahora el frontón, gracias a Claudia Suárez y a ti, van a tener mayor visibilidad. Pero, ¿cómo ha sido antes?

-El frontón sí se juega de manera popular, porque en un nacional se inscriben mil personas. Cada vez se juega en todos los clubes. Todos los clubes privados tienen cancha. Todas las municipalidad, todos los distritos, alguna canchita tienen. Lo que no tenía era tanta exposición, tanta visibilidad en medios, tanto peso en las municipalidades para que tengan las canchas diez puntos. No tenía el peso para la empresa privada. Y eso es lo que ahora sí está teniendo. Es un nuevo inicio para la paleta frontón. 

¿Qué piensas de que ahora el presidente y las autoridades han mostrado interés por el deporte?

-La verdad muy contento porque lo lindo de estos Juegos Panamericanos es que han dado a conocer a muchas personas, deportes que no conocían, que no tenían idea dónde se jugaban, quiénes eran sus referentes. Ahora me cuentan mis compañeros de otros deportes que muchas personas les escriben, que quieren ir. Ya están pensando en poner sus academias. Y los estoy apoyando, porque ya tengo mis academias. Les digo qué se tiene que hacer. Nos damos la mano, porque definitivamente más personas van a practicar deporte. Si quieren practicar la paleta frontón, bienvenido sea. Vamos a estar con los brazos abiertos siempre.

¿Qué piensas de los congresistas que, en su momento, dijeron que los Panamericanos no servían para nada y que, luego, estaban colocándote las medallas?

-Así es, con la foto [vuelto a sonreír, pero a regañadientes]. Lo hemos vivido con el fútbol, en que varios no creían en la selección y, cuando tenían los logros, se subían al coche. Entonces, lo que pido es que, si ya se subieron al coche, no se bajen. 'Okey', no creías, está bien. Uno tiene sus criterios, es libre de pensar y creer lo que guste. Pero ahora veo que sí funcionó, que sí impactó, y que pesan unos Juegos Panamericanos, que ahora sí confíen y apuesten en el deporte. Somos muchos los deportistas que han tenido sacrificios, que han asumido la responsabilidad de dejar unas cosas sobre otras, para darle prioridad al deporte, a nuestro entrenamiento y darle un logro al Perú, que tanto lo necesita y tantos años ha buscado. 

Se ven canchas de frontón en los clubes, en zonas residenciales, pero están ausentes en zonas más humildes. ¿Qué le falta al frontón para dar ese salto y tener más presencia en todas las clases sociales?

-Se está buscando fomentar y aprovechar esas canchas. Pero también se busca crear más canchas públicas en diferentes lugares, donde hay un montón de personas que podrían jugar. Hay un montón de personas anhelando y que no pueden ingresar a un club privado. Eso se está conversando. Estoy allí con las marcas que me respaldan viendo este plan de masificación. Es un plan un poco social. Yo he estado dando clínicas gratuitas. Pero no solo se trata que me vean jugar, sino tener canchas públicas. Estoy organizando un campeonato intercanchas públicas. El que gana, se lleva una remodelación de su cancha. 

Regresando a los Panamericanos, a la final llegaste con dos días de descanso. Supongo que eso te generó algo de tensión. ¿Cómo viviste esos momentos previos y el día de la gran final?

-La noche anterior llamé a mi psicólogo. Le dije: "Oye, necesito sesión". Porque muchas personas me escribían, de la mejor vibra, pero me decían: "Kevin, es el partido de tu vida", "tienes a 33 millones de peruanos viéndote", "tienes que ser el orgullo". Por más que lo decían con buenas vibras, también generaban presión. La gente iba a alentar, pero tenían la expectativa de verme ganar. Y yo en la final tenía que jugar contra 'Guille' (Guillermo Osorio), que es mi amigo y está jugando muy bien. Y sí, tuvimos esa sesión para quitarme la presión, porque yo trabajo mucho la parte mental, y para mí es determinante en estos partidos importantes. Me dijo algo muy claro: "Hasta ahora es el partido más importante de tu carrera. Hasta ahora sí, hay que darle el peso y la importancia. Pero hasta ahora. No es que sea de vida o muerte. Se te vienen cosas muy importantes todavía". Entré mucho más calmado y tranquilo, confiando en mis capacidades y mi preparación, que tantos años me ha dado resultados. Yo estoy acostumbrado a ganar, en los puntos claves siempre gano, en los torneos siempre gano. Entonces, vamos a seguir demostrándolo, que sea una consolidación de todo. 

En los descansos, te diriges hacia la pared y le hablas. ¿Qué le dices?

-Ja, ja, ja. Muchos me han preguntado. Esto es parte de mi ritual de concentración. Yo hablo conmigo mismo, yo me automotivo. He estado acostumbrado a jugar con barra en contra. Todo el mundo quiere que le ganen al número uno. Siempre ya me acostumbré a no tener a nadie en la barra gritando mi nombre, solo me necesitó a mí. Y voy a la pared, toco la pared y le doy un beso. Le doy un beso desde hace seis años. Es un ritual para que entren las bolas, para que no se me vayan, para que salga lo quiero, que este set me va a salir todo. Como en el fútbol tocan los palos y dicen "ayúdame, por favor". 

¿Cuál es tu balance de Lima 2019? ¿Cómo calificas estos Juegos?

-Como un sueño, la verdad. Diez puntos la sensación de representar al Perú, diez puntos el apoyo del público, diez puntos mi rendimiento, diez puntos todo. Ha sido increíble la sensación. Esta experiencia ha sido magnífica. Ha sido un sueño que he podido vivir. Ha sido un sueño no solo mío, sino de todos los peruanos. 

¿Estará el frontón en Santiago 2023?

-La verdad, no lo creo. Está muy difícil. Pero igual, estamos armando este plan de masificación, con miras no solo a Chile, sino a unas Olimpiadas.

¿Qué falta, justamente, para llegar a ese punto?

-Falta bastante, porque, para ser un deporte olímpico, se necesita que se juegue en todos los continentes, se necesita un mínimo de federaciones, que son como 70. Pero hay otro camino que es el país anfitrión, que ellos lo introduzcan como pasó con Lima 2019. Perú, al ser local, pudo imponer y entrar a la paleta frontón, sin ser un deporte panamericano oficialmente. Se puede hacer y estamos apuntando a eso. 

¿Crees que Lima puede albergar unos Juegos Olímpicos?

-Yo estoy seguro que sí, si han denominado estos Juegos Panamericanos como los mejores de la historia. Hemos dejado un gran legado y hemos dejado la valla muy alta, para todo el resto de países anfitriones de nuevos Juegos, tanto para Panamericanos como Olimpiadas. Ya se han dado cuenta que tenemos la capacidad para albergar unos Juegos Olímpicos. Tenemos infraestructura de primera y hemos dejado claro al mundo que, cuando los peruanos se unen, se pueden hacer grandes cosas. 

¿Cuál es el mensaje para los jóvenes que ya te ven como a su héroe?

-Busco siempre sumar un granito de arena en su desarrollo personal y deportivo. Los invito a que me sigan en mi Instagram (@kevinmartinezal). Siempre subo contenido deportivo, motivacional. Si algún día no vas a realizar deporte, aunque sea te puedo alegrar el día, sea con alguna actividad que pueda realizar o con algún mensaje positivo. 

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