Julio Granda: "No se toma conciencia del potencial del ajedrez". (RenzoSalazar/Perú21)
Julio Granda: "No se toma conciencia del potencial del ajedrez". (RenzoSalazar/Perú21)

Lereyda Granda Tejada, su hija mayor, le dijo que a los 50 años seguiría ganando torneos. Y acertó. obtuvo recientemente el Campeonato Mundial de Ajedrez Senior realizado en Italia.

Coincidentemente, hace 37 años logró el título del Mundial Infantil. Aunque un logro pendiente será haber ganado el torneo absoluto de ajedrez, nuestro Gran Maestro Internacional ya tiene la mira puesta en la enseñanza, su próxima jugada maestra.

Tu padre es el gestor de que hoy seas ajedrecista.
Mi papá sabía jugar ajedrez y destacaba en su ámbito laboral en la Policía. En el año 72, hubo un famoso encuentro entre Bobby Fischer de EE.UU. y el campeón Boris Spassky de la Unión Soviética, en Islandia, que tuvo una repercusión mundial. El ajedrez se popularizó. Y mi padre decidió enseñarle a sus hijos mayores, que tenían 7 y 8 años. Yo tenía 5. Él consideraba que como yo no sabía leer ni escribir, no estaba apto para aprender. Pero por curiosidad me puse al lado de él. Y aprendí. Empecé a jugar con mis hermanos, que me ganaban. Pero a mí no me gusta perder. Fue un sentimiento que hizo que yo desarrolle una suerte de higiene mental: me daba cuenta dónde me había equivocado.

¿Dónde se encuentra la belleza del ajedrez?
El ajedrez tiene tres elementos marcados: lo científico, deportivo y artístico. Lo primero, porque es un juego que se va perfeccionando, sus posibilidades y probabilidades son infinitas. Las jugadas que eran buenas, con el tiempo dejan de serlo. Lo artístico está en la creatividad a través de las ideas que planteas. Y lo deportivo es la competencia.

¿En qué momento tu padre nota que tienes potencial?
Empecé a ganarle a mis hermanos. Yo tenía cinco, seis años. Comencé a mejorar a un ritmo acelerado. Ya jugaba en la Biblioteca Municipal de Camaná con personas mayores. Era el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, que a través del Sinamos tenía los Juegos Inkari, que incluían el ajedrez, copiando un poco el modelo cubano. Con un primo clasificamos para ir a Arequipa a representar a Camaná. Mi papá me mandó con mi hermano de 9 años. Éramos dos niños sin mayor roce social. Llegamos a Arequipa y nos dijeron: “¿Estos chiquitos para qué han venido?”. Y no me dejaron participar. Pero igual con mi hermano nos pusimos a jugar y le ganaba a quien pasaba. Incluso, se dice (no me acuerdo) que le gané a quien fue el campeón del torneo. En el año 77 empecé a viajar todos los fines de semana a Arequipa para participar en torneos de ascenso. En dos años llegué a la final nacional en Lima. Hasta que en 1980 gané el Mundial Infantil.

Y curiosamente ahora ganaste el Mundial Senior.
He ganado en la categoría de 50 a 60 años, pero hubiera sido bonito ganar el absoluto.

¿Por qué crees que no lograste el campeonato absoluto?
Objetivamente, nunca tuve mayores posibilidades. Tentar ser campeón mundial absoluto implica muchas cosas. Para empezar, el medio. Si un niño no tiene un contexto adecuado, será más lenta su progresión. Si bien desde muy joven viajé a Europa, vas arrastrando los vicios de tu país. Por ejemplo, los peruanos somos bastante improvisados y eso también se refleja en tu juego. Claro, en contraparte tienes ingenio, que es característico de los peruanos, pero en ajedrez se necesita rigor. Luego, se requiere una inversión importante. En el año 86 alcancé el título de Gran Maestro, que es como el cinturón negro para un karateca. Mi máxima ubicación fue 25 en el mundo. Si quieres llegar a estar entre los diez primeros, tienes que llegar a tener un equipo de trabajo. Salvo una estancia corta en Argentina con un gran maestro, nunca tuve entrenador.

¿Por qué pasó eso?
Porque aquí todo es improvisado. Nunca me ha gustado pedir, porque a veces es como mendigar. Sí he recibido apoyo, pero no he tenido una estructura que me permitiera avanzar. Tampoco he estado frustrado por nada.

¿Cómo está el ajedrez peruano actualmente?
Bien. En muchos lugares se preguntan qué han hecho en el Perú que continuamente salen talentos. Este año, José Martínez ganó un Mundial Juvenil Sub 18. Los hermanos Cori tienen cuatro títulos mundiales. Emilio Córdova el año pasado fue campeón continental. Pero si se hiciera algo más estructurado, Perú podría ser una potencia mundial.

¿En manos de quién está aprovechar ese potencial?
Un gran paso sería que el ajedrez entre a los colegios. Es un ejercicio intelectual en el que se adquiere capacidad crítica. También hace falta mayor reconocimiento. Creo que el ajedrez es el deporte en el que más destacamos, sumando títulos. He sido cuatro veces campeón panamericano y a las autoridades ni se les ha ocurrido dar algún reconocimiento, porque no se toma conciencia del potencial del ajedrez. A veces hay una tendencia a menospreciar el ajedrez.

¿Qué te falta ganar?
Siendo objetivos, es casi imposible que yo tenga aspiraciones de ser campeón mundial absoluto. En el ajedrez, la potencia tanto intelectual como física también está en la plenitud de la juventud: entre los veintipocos y antes de los cuarenta. En el ajedrez existe el desgaste nervioso.

Y entonces, ¿qué te falta ganar?
Seguir aprendiendo. Por ejemplo, ahora estoy incursionando en la enseñanza.

AUTOFICHA:

* “Radico en Salamanca. Me fui por mis hijos y el ajedrez. Tengo cuatro hijos. Mi padre ya tiene cerca de 78 años. Somos siete hermanos. Hasta el año 98 llevé una vida demasiado cómoda, viajando. Sin ser rico, vivía como rico. Estuve retirado cuatro años del ajedrez, pero volví en 2002”.

* “Treinta años seguidos fui número uno del Perú. En 2016 me superó Emilio Córdova y hoy está Jorge Cori. Por el ajedrez tuve una vida distinta que mis hermanos: me vestían y alimentaban mejor, viajaba. Ellos tuvieron que trabajar en el campo”.

* “En el año 98, fui candidato a la Alcaldía de Camaná. Acepté al comienzo, pero luego tuve la lucidez de renunciar. Y parecía que podía ganar. Sentía que tenía opciones. Pero si ganaba, ¡qué peligro! Lamentablemente, en el Perú se ha establecido una corrupción endémica”.